Un film nacional que supone un verdadero desafío para el espectador y que se presenta de una manera tal que no permite permanecer inmutable frente a la pantalla.
El cine de autor es casi una constante en la Argentina, país que suele tener una tradición variada en cuanto a lo que estilos se refiere.
A diferencia del cine industrial norteamericano, en el que los directores salen haciendo producciones similares entre sí como si de una fábrica se tratase, y a similitud del europeo que ha creado escuela, los realizadores locales suelen tener uno o dos referentes que los acompañan al menos en sus primeros trabajos.
En ese contexto, el director Santiago Palavecino ha construido una fábula con la que busca explorar los límites entre la vigilia y el sueño y cómo eso que se percibe en este estado puede afectar de una u otra forma las acciones que se llevan a cabo en el plano de la realidad.
La obra narra como con la excusa de una crisis matrimonial, Celina, una médica cirujana residente en Buenos Aires, se toma unos días en la casa de campo de una vieja amiga a la que no ve desde sus días de estudiante.
Una vez allí, Celina advierte que algo parece suceder con Paula, la hijastra de su amiga, que brilla por su ausencia. También entra en contacto con dos chicas, la mística Nené y María, que no sólo la acosan con preguntas sobre Paula sino que tratan de integrarla a su grupo disfuncional a pesar de la diferencia de edad. Celina pronto descubrirá que Paula ha tenido un intento de suicidio y, incapaz de cuidar de sí misma, se dará cuenta que ella también está escapando de algo oscuro y ha caído en el lugar menos indicado.
Palavecino construye la narración muy al estilo de obras como Memento de Christopher Nolan o Terciopelo Azul y Corazón Salvaje de David Lynch, donde queda al criterio del espectador qué escenas pertenecen a la realidad o al dominio de Orfeo; y que luego debe ordenar como si se tratara de un rompecabezas para armar el cuadro final.
De esta manera queda en claro que Algunas Chicas no es un filme para cualquier espectador sino para ese al que le gusta ser desafiado por la mente del cineasta y prefiere interactuar de alguna manera con un relato de que no es posible despegarse ni un minuto, en lugar de aquellos que van al cine en busca de sólo una buena historia.
Párrafo aparte para la musicalización de Agustina Crespo y la excelente fotografía de Fernando Lockett que logra crear paisajes tan tétricos como surrealistas, y dan como resultado gracias al arte del director una mezcla muy efectiva entre géneros. Ficha técnica:
País: Argentina (2016)
Dirección: Santiago Palavecino.
Guión: Santiago Palavecino.
Fotografía: Fernando Lockett.
Edición: Delfina Castagnino, Angel P. Estrada.
Música: Agustina Crespo.
Intérpretes: Cecilia Rainero, Agostina Lopez, Agustina Muñoz, Ailin Salas, Juan Barberini, Germán de Silva, Agustina Liendo, Pedro Merlo, Alan Pauls, Edgardo Cozarinsky. Distribibuidora: Cinetren. 109 min. SAM16, con reservas.