Dom 24 de Noviembre de 2024
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"A los kirchneristas nos saltan a la yugular cual demonios"

Gustavo Garzón habló sobre el éxito de su nueva obra, su vida familiar y el gobierno de Macri. "Ojala logren hacer lo mismo que lo que construyó el kirchnerismo".

Si pensáramos tres grandes hitos que hayan marcado tu vida, ¿cuáles serían?

Una cosa que me dolió mucho fue la separación de mis padres. Tenía 17 años, en una época en que los padres no se separaban, era una cosa muy rara y dolorosa. Me enteré minutos antes de recibir mi diploma del secundario y recuerdo haberlo recibido con mucha tristeza, porque no lo podía asimilar. Recuerdo también el nacimiento de mis primeros hijos, Juan y Mariano, como un hecho también mágico y emocional que me marcó para toda la vida. El nacimiento de Tamara y de Joaquín también, pero creo que los primeros, la aparición del hijo... ¿Puedo decir cuatro o cinco?

Dale.

Una fue cuando descubrí que tenía la vocación de actor, cosa que me ayudó mucho para dejar de pensar a qué me tenía que dedicar. Un día me sentí tocado por esa vocación y dije: "Ya sé lo que tengo que hacer en la vida". Luego a los 40 años descubrí que tenía que escribir y para mí también fue algo fundamental. Me hace muy bien a la cabeza sentarme a escribir y conectarme con ese mundo imaginario, hace un poco que pueda descansar del mundo real. Y después cuando me enfermé de cáncer. Fue muy importante, porque entendí en ese momento, más allá de la enfermedad, que algo estaba haciendo mal en la vida. Por suerte pude darme cuenta y corregirlo. Estoy viviendo ahora emocionalmente muchísimo mejor que antes de enfermarme.

¿Cómo te llevás con los miedos?

Más o menos, soy bastante miedoso. Sé que hay cosas que me generan miedo y trato de no enfrentarme con ellas y otros miedos a los que me gusta enfrentar y vencer. Hay miedos que logré vencer y otros que no logro vencer.

¿La paternidad abre un universo de miedos nuevos?

El miedo a que se enferme un hijo, a que un hijo muera o le pase algo. Tengo una pesadilla bastante recurrente, en una época uno de los mellizos siempre se disparaba corriendo. Una vez se me escapó en un parque que había mucha gente, un domingo. La angustia fue tremenda. Y a veces sí, sueño, tengo pesadillas con que los pierdo. Otro miedo que tengo es, por supuesto, a que me roben y que me maten. Que lo viví. Ahí conocí el miedo real, no sabía lo que era el miedo hasta que sentí un hombre apuntándome con un arma y en ese momento me iba a morir, no que me iba a matar él, yo me iba a morir porque el corazón me iba a explotar, porque nunca había sentido un miedo similar a eso. Ahí entendí lo que era el miedo.

¿Cuándo fue eso?

Hará tres años. No me gusta contarlo mucho, porque trato de exorcizarlo y olvidarlo, pero fue muy horrible. No me gusta contarlo ni victimizarme.

¿Estás armado en tu casa?

¡No! Detesto las armas, jamás tendría un arma. Nadie debería tener armas. Creo que el mundo tendría que vivir desarmado. Es el arma la que genera la violencia. Tendría que estar la Policía desarmada, la gente desarmada. No tendrían que existir las armas. Por eso apoyo mucho esa política de desarme que llevó adelante [Daniel] Scioli en la provincia de Buenos Aires, que se llamó "Dejar las armas y recibir", le daba una recompensa a la gente. Creo que habría que prohibir las armas. Veo cada vez más armas en la calle. Veo cada vez más policías. Lejos de tranquilizarme, me preocupa.

¿Vivís con tus cuatro hijos hoy?

Vivo con los mellizos, a cinco cuadras vive mi hija, que está con los mellizos dos días por semana. Y mi hijo Joaquín, de mi segunda mujer, vive a cinco cuadras de mi casa y está muy cerca de mí. Así que los tengo conmigo, a los que viven y a los que viven cerca. Hemos logrado construir una familia bastante saludable dentro de lo que se puede.

Tienen una relación fantástica entre ellos.

Sí, tienen una relación fantástica de amor fraternal y solidario. A veces los miro y me emociona verlos. Tengo una realidad muy particular que hace que dedique mucho tiempo y energía a ellos. Lo hago con amor, porque los amo con locura, tenemos una vida muy alegre. No es para que digan: "Pobrecito, que le tocó esto".

Siempre hablaste del tema.

Sí, no siempre. Todavía me duele cuando leo; a veces yo hablo de política y para agredirme me dicen: "El hombre que abandonó a los hijos discapacitados". Si supieran, no dejé de verlos un día de mi vida. Son cosas baratas que no vale la pena ni responder. No sólo no abandoné, sino que hice de eso mi vida y una vida feliz. Lo digo para la gente que por ahí le toque lo que me tocó a mí: se puede ser feliz teniendo hijos discapacitados.

Hay que superar ese temor inicial.

Al principio es un fantasma y te asustás, creés que vas a tener monstruos. Todos te dan el pésame. Y después, si uno ama a esos hijos y te aman, la vida es como la de cualquiera y tiene su luminosidad. Y tal vez más.

Sé que estás en un momento en el que no querés hablar de política.

No es que no quiera hablar de política, yo asumo mi condición de kirchnerista. Sigo siendo kirchnerista y orgulloso de lo que hizo el Gobierno kirchnerista. Ojalá este Gobierno logre hacer lo mismo o más que lo que construyó el kirchnerismo acá. Lo que ocurre es que los medios titulan y hacen cosas que uno tiene que pelearse con la mitad de la humanidad simplemente por el hecho de tener un ideal o decir: "Yo adhiero a lo que hizo esta gente". Sigo adhiriendo a lo que hizo esta gente, estoy orgulloso de esa gestión. Lo que pasa es que luego deforman o termina siendo como hace poco, que hice una entrevista radial en la cual expresé lo que sentía y luego veo en el título de un diario: "Garzón ofendió a los votantes de Macri". Yo no ofendí a nadie. Entonces una vecina no me saluda porque dice que yo ofendí a mis vecinos. No quiero entrar en esa locura. Siempre fui hiperrespetuoso de lo que piensa el otro. Estamos en un momento en el que uno dice lo que piensa y te saltan a la yugular, como si los kirchneristas fuéramos demonios.

Es interesante esto que dijiste: "Ojalá a este Gobierno le vaya tan bien o mejor que al anterior". ¿Lo sentís así?

Pero si yo vivo en la Argentina, ¿qué más quiero que que me vaya bien? Yo necesito que la gente compre entradas en el teatro, que la calle esté linda. Ojalá. Como yo adhiero a otra idea, presupongo que le va a ser difícil, porque entiendo que las medidas económicas que se toman no son a favor de las mayorías, sino de las minorías. Yo soy clase media, soy parte de la mayoría, y entiendo que estas medidas, como clase media, me pueden llegar a perjudicar el día de mañana. Ojalá que no ocurra. Pero intuyo que sí.

Pero es bueno entender que no necesariamente uno desea que al Gobierno le vaya mal.

¿Cómo voy a desear que le vaya mal si yo vivo en este país? Es como desear que me vaya mal a mí. Es ilógico.

Te solidarizaste con Víctor Hugo Morales públicamente desde tu cuenta de Twitter.

Claro, por supuesto, cómo no. Víctor Hugo Morales es uno de los periodistas más honestos que existen. Lo que pasa es que tuvo la valentía de enfrentarse con quien nadie más se enfrenta en este país. No puedo sino leer el hecho como un despido político; si bien es una empresa privada y tiene todo el derecho de despedir y no despedir a quien quiera. Obviamente es un despido político, porque Víctor Hugo Morales hace ganar mucho dinero a la radio. No es un despido porque no le rinde o no tiene rating. Es un despido político de un empresario privado al que no le gusta lo que piensa Víctor Hugo Morales, o no le conviene, o lo que sea. Lamentablemente está pasando eso, porque hay muy pocas voces opositoras que se pueden escuchar. Ojalá todo vuelva a la normalidad y volvamos a tener la posibilidad de que todas las voces se puedan escuchar. Porque en realidad nadie dio más libertad de expresión que el kirchnerismo. Durante el kirchnerismo estaban todas las voces opositoras en todos los canales. ¿Y ahora? ¿Qué pasó? No sé.

Cambiando de tema, ¿estás contento con el éxito de Casa Valentina?

Sí, súper contento. En mi experiencia en teatro, tengo 60 y hago teatro desde los 25, ver la sala de pie aplaudiendo todas las noches es un fenómeno que yo no lo viví. Uno no puede menos que emocionarse, agradecer y ser feliz con lo que le pasa.

Dentro de lo que podemos contar, vos sos Valentina, la anfitriona. Los personajes son hombres que se visten de mujeres. ¿Es muy complicado esto?

No, para nada, porque hay un equipo que nos ayuda y que lo hace rápido. Es como entrar a boxes, te cambian las gomas y te arreglan el embriague y salimos de vuelta. La dificultad es actoral, te diría.

Contame.

Qué sé yo, hacer de mujer sin ser gay... Hacer de gay es fácil, es un estereotipo, ya lo hemos hecho mucho. Quien más, quien menos, los actores hemos hecho de gay en alguna comedia. Es muy sutil en realidad la diferencia del comportamiento entre un hombre y una mujer, y la línea de pensamiento de un hombre y de una mujer. Evitando el chiste y la parodia, es muy sutil. Encima yo llevo adelante la parte policial. La obra toma un hecho real de los años cincuenta en los Estados Unidos. En esa época la homosexualidad estaba prohibida. Se descubre que en mi casa había un homosexual y tenemos que saber quién es, porque está prohibido y porque me pueden cerrar el negocio. Los hombres pagan para ir a disfrazarse de mujeres sin ser homosexuales, como bien dijiste. Lo que hacen ahí es simplemente sentirse mujeres.

¿Encontraste algún costado femenino tuyo que no conocieras a partir de este trabajo?

El arte es una actividad femenina por naturaleza. Todos los hombres que nos dedicamos al arte nos dedicamos desde nuestra parte femenina. Yo siempre fui hombre y no tendría reparo si un día me da que me gustan los hombres y me convierto en homosexual. Por ahora no ocurrió.

¿Qué les envidiás a las mujeres?

En principio, que pueden ser madres, que es un hecho mucho más trascendente que ser padre. Después que viven más que los hombres. Les envidio que se mueren después. No sé si es porque se hacen menos mala sangre.

Dijiste recién que vos sos de clase media, ¿seguirías trabajando si fueras multimillonario?

A mí me encanta trabajar, elegiría seguramente más, pero no podría vivir sin trabajar. Viajaría tres meses, le regalaría un departamento a cada hijo, viviría en una casa mucho más linda, con jardín, que no tengo, tendría un auto más lindo, por supuesto. Pero trabajar hace a la esencia, por lo menos a la mía. (Tatiana Schapiro para Infobae)


Sábado, 6 de febrero de 2016
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