Ricardo Buryaile anticipa las medidas para el campo El designado ministro de Agricultura anticipa las medidas para el sector. De la 125 al gabinete con Lousteau.
“Yo no llego con espíritu de revancha, llego con espíritu constructivo, aprendiendo de los errores nuestros y de los errores de la política”, dice Ricardo Buryaile, el dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) que desde el jueves próximo estará al frente del Ministerio de Agricultura de Mauricio Macri. Buryaile afirma que recibió una instrucción clara del presidente electo: trabajar con todos, los pequeños, los medianos y los grandes. Crítico acérrimo del kirchnerismo durante sus seis años como diputado nacional, este formoseño de 53 años anuncia que se reabrirán las exportaciones y que se eliminarán gradualmente las retenciones a la soja, pero aclara que el Estado es un árbitro de futbol y tiene que estar presente. “El Estado debe intervenir pero no como hasta ahora, que fue socio de las grandes exportadoras”. Además, revela el nudo de las negociaciones con las cerealeras y enfatiza la necesidad de infraestructura para evitar que la ganancia empresaria llegue únicamente por vía de una devaluación.
Con las reservas actuales del Banco Central ¿el gobierno entrante queda de rodillas ante las cerealeras que tienen en su poder el equivalente a 8.800 millones de dólares?
Hubiera estado de rodillas si hubiese suspendido por 90 días los derechos de exportación, cosa que no va a hacer. Eso era pagar una tasa altísima para que liquiden el stock. El gobierno necesita cada uno de los dólares que andan dando vuelta, pero de ninguna manera va haber una claudicación.
De todas maneras es un stock que se va a liquidar después de la devaluación, con un dólar mucho más alto.
Eso ya es área de Alfonso Prat Gay y yo no puedo aventurar qué es lo que va a pasar.
Hubiera sido una claudicación inaceptable suspender las retenciones por 90 días. Necesitamos cada dólar que anda dando vueltas, pero no ibamos a pagar esa tasa altísima. Dijo que quiere recuperar atribuciones para el área de Agricultura. ¿Cree que llega a un ministerio que no tiene poder?
Llego a un ministerio que lo vaciaron. Saca resoluciones, fiscaliza, hace actas y se las pasa a la secretaria de Comercio pero hoy no puede aplicar sanciones. Antes tenía la potestad de distribuir la comercialización de la cuota Hilton y hoy no la tiene.
Macri prometió bajar las retenciones a la soja 5 puntos por año. Pero Grobocopatel dice que si el próximo gobierno no las elimina, la superficie de siembra se va a reducir.
Es cierto. Las retenciones son un excelente mecanismo de recaudación, pero son un pésimo mecanismo de incentivo a la producción. De hecho, la superficie sembrada en Argentina no crece hace 8 años y está estancada en torno a los 100 millones de toneladas de cereales, cuando otros países están creciendo.
¿Usted coincide con los que afirman que hoy las zonas del NOA y el NEA son inviables?
Las convirtieron en inviables porque el costo del flete de Salta al puerto de Rosario es más caro que de Rosario a China. Eso hace que el NOA haya perdido casi un millón de hectáreas de siembra. Se ha concentrado la producción geográficamente: antes era 500 kilómetros alrededor del puerto de Rosario, ahora son 400 kilómetros. Entonces, las retenciones terminan tornando inviables las producciones alejadas de los puertos y tampoco sirven para desacoplar los precios internos del mercado internacional. El caso más palpable hoy es el del pan porque la incidencia del trigo en el precio del pan es del 6 por ciento. Si hoy ponemos en cero las retenciones del sector, el trigo sigue perdiendo plata, lo mismo con el maíz y en la soja en muchos casos ya se pierde porque el 60 por ciento de la agricultura está en campo arrendado.
¿Y por qué Macri no elimina las retenciones a la soja entonces, como pide el campo?
Porque tiene una incidencia enorme en la recaudación y el gasto público ha crecido de forma exponencial.
Entonces, el kirchnerismo tenía razón cuando se negaba a bajar las retenciones a la soja.
No hicieron nada para sacarlas. Y hoy no se puede hacer de golpe, cuando vos estructuraste un esquema fiscal en base a la soja.
Cuesta discernir los errores o incluso la mala intención -que el campo le atribuye al gobierno- de los condicionamientos reales de una economía atada a los commodities pero sin infraestructura.
Vos tenés competitividad por precio pero también hay otros factores como la infraestructura vial, ferroviaria y fluvial. Además, están los costos de almacenamiento y el costo de los puertos porque Argentina está considerado “puerto sucio”, que quiere decir que un barco entra pero no se sabe cuándo carga y se va. Entonces, los barcos que vienen cobran más caro. Todo eso le deja al productor un precio menor. Hay que darle competitividad a la producción pero no solamente por tipo de cambio.
El gobierno afirma que hizo inversiones en el Belgrano Cargas y el puerto de Barranqueras, en Chaco.
Falta muchísimo y hay que avanzar con el Plan Belgrano con José Cano. Además, el costo del flete fluvial es cinco veces más barato que el flete en camiones.
El Estado y los poderosos
¿Hace falta un plan de salvataje para el sector lechero?
Los productores lecheros han tenido precios internacionales muy altos pero han tenido retenciones de casi el 100 por ciento. Cuando el precio internacional era de 5000 dólares la tonelada, el gobierno puso un precio de corte en 2500 y el resto fue para constituir un fondo. Pero cuando el precio internacional bajó, no se redistribuyó nada entre los productores. Hoy hay 6 mil productores tamberos que han desaparecido. Ahora, que ha caído drásticamente el precio de la leche, el gobierno estaba dando una compensación de 30 o 40 centavos por litros de leche. Eso lo vamos a sostener.
La gran pregunta que cada uno responde según su conveniencia es quién se queda con la diferencia entre lo que recibe el productor por litro (2,30) y lo que cuesta en el supermercado (entre 10 y 12 pesos).
Se lo queda el supermercado. En muchos casos las usinas lácteas están en una situación de quebranto. (N del R: Un día después de la entrevista, Arcor compró el 25 % de La Serenísima). El mecanismo que usó el gobierno para contener la inflación fue pactar con los grandes supermercados, que se llevaron la rentabilidad de toda la cadena. Hoy el productor produce barato y el consumidor lo paga caro. Y producimos la misma cantidad de litros de leche que hace 20 años.
El Estado tiene que estar presente, pero no como hasta ahora, que estuvo presente para beneficiar a los más poderosos. El mecanismo que usó el gobierno para contener la inflación fue pactar con los grandes supermercados, que se llevaron la rentabilidad de toda la cadena. ¿Cuál es la salida que promueve el Frente Cambiemos?
El Estado tiene que estar presente, pero no como hasta ahora, que estuvo presente para beneficiar a los más poderosos. En 2008, cuando se desata el conflicto, acabábamos de cosechar 16 millones de toneladas de trigo. Pero cuando Kirchner sube las retenciones ya estaba todo sembrado. Más allá de su discurso en contra del monocultivo, el gobierno se contentó con producir cada vez más soja. Hoy el 60 % de la cosecha argentina es soja.
¿Cómo se sale del camino que profundiza el monocultivo?
Con políticas activas. En el caso de la carne, cerraron las exportaciones y produjeron una baja en el stock ganadero de 12 millones de cabezas. Hemos bajado de 750 mil toneladas de exportación a menos de 200 mil y el precio de la carne sigue subiendo. Cerraron 150 plantas frigoríficas y se perdieron 15 mil empleos. Si nosotros, reabrimos las exportaciones vamos a necesitar más maíz para alimentar a nuestros bichos y vamos a poder suplantar parte de esa siembra porque el maíz compite con la soja. Si tengo rentabilidad en las distintas producciones, en el tambo, en la ganadería, voy a sostener mi tambo y mis vacas de cría. Pero el gobierno que se va a lo único que no le puso trabas fue a la soja. Y todos hicimos soja.
Las secuelas de la 125
El kirchnerismo diría que cuando intentó subir las retenciones a la soja, vino la guerra por la resolución 125.
Nosotros entendimos que era malo porque había un punto en que el Estado se quedaba con el 80 por ciento del incremento del precio de la soja pero nada decía sobre el incremento de los costos. La soja estaba entonces alrededor de 600 dólares con 35 %, hoy está alrededor de 350 dólares, las retenciones hubieran caído del 32 o 33 por ciento. Estaba preparado solamente para el alza, no para la baja.
¿Qué quiere decir que usted -que surgió a la política en ese momento- hoy comparta el gobierno con Martín Lousteau, el autor de la 125?
Uno aprende muchas cosas en la política. Yo soy pasional pero a veces hay que tener embrague, no solamente acelerador. Fue una decisión política, no económica. Lousteau te dice que él puso ese mecanismo de retenciones porque Moreno quería llevar las retenciones a la soja al 63 por ciento. Ahora, si fue un error de Lousteau y Lousteau se fue ¿por qué no lo corrigieron? Echarle la culpa a Martín es quitar la responsabilidad de la decisión política a la Presidenta.
En aquel conflicto, el gobierno unió en su contra a la Mesa de Enlace, pero tuvo el apoyo de movimientos campesinos que se oponían al avance de la frontera agropecuaria. ¿Qué destino pueden tener esos sectores en el gobierno de Macri?
Nosotros vamos a sostener la secretaría de Agricultura Familiar a rajatabla. El productor de agricultura familiar no es un productor de subsistencia, no es sólo autoconsumo, sino que es una producción a la que hay que crearle los canales de comercialización. Hay algo que tenemos que decir: no se hizo todo mal. La ley de Agricultura Familiar es para rescatar, pero para mí terminó siendo un brazo político en lugar de un brazo productivo para solucionar problemas sociales. Vamos a tratar de que se transforme en un brazo productivo para solucionar problemas de inequidades sociales.
¿Qué hizo bien el kirchnerismo, según su opinión?
Creo que en materia agropecuaria hizo muy poco y su principal error fue la falta de dialogo. Hasta que llegó el kirchnerismo, todos nosotros teníamos el celular del secretario de Agricultura. Lo mejor que hizo fue salir a subsanar los mismos errores que cometió con un rol activo del Estado. En muchos casos, no hubiese sido necesario si se liberaban las fuerzas productivas. Pero lo que puso en discusión es el rol del Estado, que había desaparecido: eso me parece rescatable.
Benigno López, del Movimiento Campesino de Formosa, denuncia que usted y su familia se quieren quedar con la tierra que les pertenece a ellos en su provincia.
Es un conflicto que surge en 2003 o 2004 con una gente que vive dentro de un campo que era de mi abuelo, a la cual yo fui y le ofrecí comprarle otro pedazo de campo igual en otro lugar porque hoy no tengo salida al asfalto. Yo soy el administrador de los campos que legítimamente son de mi familia. Me dijeron que no y entablé una demanda, el conflicto no está resuelto. Benigno López es alguien que me ataca porque lo bancan desde la 125 y me difama. Pregunténle a Gildo Insfrán quién es Ricardo Buryaile, la familia Buryaile, pregúntenle al diputado Luis Basterra, del FPV. Todos saben quién soy.
Héctor Huergo, de Clarín Rural, dice que después de 12 años de desastres viene el escenario soñado: el funcionamiento pleno de los mercados.
No, no es así. El Estado vela por el funcionamiento de los mercados, pero debe corregir las desviaciones que produce el mercado. El Estado es un árbitro de futbol, con un reglamento que busca un juego leal y que los más fuertes no se aprovechen de los más débiles. Pero el kirchnerismo fue un árbitro que jugó para transferirle más de 5 mil millones de dólares a la cadena de trigo que incluye los exportadores y los molinos, en contra de los productores. El gobierno fue socio de las exportadoras y yo no tengo nada contra las exportadoras pero son los jugadores más grandes. La instrucción que me dio Mauricio Macri: yo quiero que unas al sector agropecuario, que trabajemos con todos, con los pequeños, los medianos y los grandes.
No es tiempo de revancha
Está convencido de que el kirchnerismo no entendió al campo.
Nunca. Cuando vino por avión a Buenos Aires, creyó que la incidencia del sector agropecuario era la misma que en Santa Cruz. El campo le dio al kirchnerismo las mejores armas que tuvo, que son los recursos. No fue agradecido con el campo y no sólo por las retenciones: maltrató al productor del campo desde que la Presidenta habló de piquetes de la abundancia.
Pero en 2011 la volvieron a votar.
No. A Cristina la votaron todos los sectores de la sociedad. Pero la incidencia económica del sector agropecuario es una cosa y otra cosa es la incidencia poblacional. En Argentina hay alrededor de 280 mil o 300 mil establecimientos agropecuarios, hay que multiplicarlo por 4 miembros de una familia tipo. Son un millón 200 mil personas que no definen una elección. La situación económica mejoró y la presidenta bajó los decibeles, por eso ganó en 2011.
¿El triunfo de Macri es una revancha para el campo?
No, no. Muchos amigos sienten eso, yo no lo tomo como una revancha. Yo no llego con espíritu de revancha, llego con espíritu constructivo, aprendiendo de los errores nuestros y de los errores de la política. La relación del campo con el kirchnerismo no fue normal, fue visceral. No todo el mundo termina agraviándose de la forma en que nos hemos agraviado y me incluyo. Nosotros vamos a recibir incluso a los que no nos votaron y es probable que no nos guste lo que nos digan. Seguramente las organizaciones sociales que no votaron a Macri no sienten que yo pueda ser un buen ministro: tendré que demostrarlo, va a depender de mí. (LPO)Martes, 8 de diciembre de 2015
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