Elecciones: 250 mil votos definen si habrá o no balotaje Los sondeos previos dan cuenta de que Scioli promedia el 39%, es decir, un punto por debajo de lo que necesita para cumplir con el requisito de coronarse vencedor en primera instancia. El otro es que logre una ventaja de diez puntos sobre el segundo. El rol del ausentismo y del sufragio en blanco. Cuando se llega a la recta final y hay un escenario electoral tan reñido como el de este domingo, quizás el más peleado de estas últimas tres décadas en democracia, los porcentajes dejan de ser un motivo de desvelo únicamente para los equipos de campaña y comienzan a generar un marcado interés en el electorado.
En charlas de café entre amigos, en rees de familia, en la oficina y hasta en conversaciones con los taxistas aparece la pregunta sobre quién finalmente sucederá a Cristina Kirchner.
También, el debate se centra en si de estos comicios saldrá un ganador o si los argentinos tendrán que volver a sufragar en noviembre, en segunda vuelta.
Según la mayoría de los sondeos previos, "un puntito más" -quizás dos- es lo que necesita quien lidera las encuestas, Daniel Scioli, para alcanzar o superar el nivel del 40%, uno de los requisitos exigidos para resultar vencedor en primera instancia. El otro es que aventaje por diez puntos al segundo.
La pelea por el "puntito"
Las especulaciones están a la orden del día. En general, se ha venido haciendo referencia a esta brecha en términos porcentuales.
Pero, ¿a cuántas personas equivale ese "puntito"? ¿Cuál es el número concreto de electores que, en definitiva, podrán determinar que el candidato del Frente para la Victoria obtenga el triunfo?
Por lo pronto, 32 millones de argentinos están habilitados para depositar su boleta en las urnas.
Hay que considerar, según se desprende del promedio histórico, que un 20% no concurrirá a sufragar, de modo tal que la cifra anterior, en realidad, se termina reduciendo a unas 25,6 millones de personas.
A ese número se le debe restar un 6% que, se estima, lo hará en blanco. De modo tal que los llamados "votos positivos" rondarán los 24 millones.
Entonces, ese "puntito" de share que tanto persigue el candidato oficialista representa -en términos de electores- entre 240.000 y 250.000 votantes.
Son los que harían que Scioli pase de su "temido" 39% al que hacen referencia las encuestas a su tan ansiado 40%.
¿Es mucho o poco 250.000? Según revelaron los sondeos de opinión pública de los últimos días, hay un alto porcentaje del electorado que si bien tiene definido su apoyo, no presenta una fidelidad tan arraigada, a punto tal que manifiesta que podría modificar su decisión el mismo 25 de octubre.
La consultora Management & Fit puso cifras al asunto. Reveló que los indecisos y los que podrían cambiar su sufragio suman un 17% (una cifra descomunal si se tiene en cuenta que unos pocos miles de boletas podrían habilitar o no un escenario de balotaje). Ahora bien, ¿cuánto representa ese porcentual de ciudadanos "ni-ni" en esos 24 millones? Unas 4.000.000 personas.
En otras palabras, si el candidato oficialista logró convencer a un 6% de ese caudal de sufragantes, entonces estaría en condiciones de hacerse de ese puntito que tanto ha venido persiguiendo.
¿Y qué pasa si recibe el guiño, en vez del 6% de -por ejemplo- el 10%? En ese caso captaría unos 410.000 electores, que le aportarían cerca de dos puntos a su base.
Precisamente, ése es el "número fino" que, provincia por provincia, localidad por localidad, tuvo en mente el equipo sciolista en los días previos al cierre de la campaña.
El mapa a continuación permite apreciar, por ejemplo, que:
- Buenos Aires representa el 37% del padrón.
- Capital Federal concentra el 8%.
- Río Negro+Chubut+Santa Cruz significan el 3,6% (lo mismo que Tucumán, la provincia más chica).
- Córdoba+Santa Fe+Mendoza reúnen el 21% de los electores.
- Siete de cada diez votos (70%) provienen de apenas 6 zonas del país (Bs. As., Córdoba, Santa Fe, Capital, Mendoza y Tucumán).
La pelea por el voto cordobés
Así, con la calculadora en mano, el equipo de campaña del candidato oficialista se abocó a convencer, como mínimo, a 250.000 nuevos electores y, claro está, retener a quienes optaron por este espacio en las PASO.
El segundo dilema fue si había que salir a captar estos adherentes en el propio Conurbano o más bien en aquellas provincias de impronta peronista.
La apuesta más fuerte del candidato del FpV tuvo lugar en Córdoba. "La docta" equivale a casi el 9% del padrón y es la manzana de la que quieren morder los aspirantes con más chances de llegar a la Casa Rosada.
Allí, el precandidato cordobés, José Manuel de la Sota -que perdió frente a Sergio Massa la interna del espacio UNA- obtuvo en las PASO de agosto unos 635.000 votos, el 33% del total provincial.
Lápiz y papel, las cuentas indican que poco menos de la mitad de los simpatizantes de De la Sota podrían, de por sí, garantizarle a Scioli ese "punto extra" que necesita para cumplir con uno de los dos requisitos para "zafar" del balotaje.
Macri, consciente de que no debía descuidar este flanco, se lanzó a la caza del voto delasotista y hasta optó por cerrar su campaña en esa provincia mediterránea.
El candidato presidencial por Cambiemos intentó seducir al electorado con un discurso encendido en el que prometió "un Cordobazo del crecimiento, un Cordobazo del desarrollo de Argentina porque acá en Córdoba, hace años, comenzó el cambio".
Algunos sostienen que el jefe de Gobierno porteno está en condiciones de mejorar en un 10% su performance en la provincia y alzarse con un 45% del electorado.
En tanto, el candidato oficialista podría sacar el 20% del total cordobés. Sin embargo, el que lograría captar la mayoría de los votos del ex gobernador sería Sergio Massa.
Pulseada en el Norte
Otro de los rincones del país que se disputaron los candidatos en los 76 días de campaña post PASO ha sido el norte argentino. En un bastión de provincias con fuerte impronta peronista.
Scioli tuvo un desempeño más que favorable en las primarias. Sin embargo, no quiso dormirse en los laureles y apuntó a aumentar la diferencia de 1.400.000 votos que lo separó del segundo.
Su entorno afinó la puntería para contrarrestar los daños colaterales que el escándalo en los comicios tucumanos pudiera generar en las urnas.
Por esas latitudes, la competencia feroz será entre el segundo y el tercero. Es que Massa supera a Macri, especialmente en Jujuy, y tiene más capacidad de seducir al votante kirchnerista que el líder de Cambiemos.
Sin embargo, a raíz del irregular electoral argentino, la diferencia que necesita Daniel Scioli para proclamarse ganador este domingo, también puede encontrarla de rincones más pequeños pero con más densidad poblacional.
La provincia de Buenos Aires es un ejemplo de esto. Con casi 900.000 votantes, sólo el partido de La Matanza equivale a dos provincias de Formosa.
Más aun, supera en 100.000 electores al total de ciudadanos habilitados para sufragar en Corrientes.
Por cierto, la provincia que gobierna desde hace ocho años representa para Scioli uno de los más grandes desafíos. Es que su imagen se vio erosionada tras su actuación en las últimas inundaciones, que coincidieron con las primarias provinciales.
Sumado a esto, Aníbal Fernández, el candidato oficialista por territorio bonaerense no se ha podido desmarcar de la "polla" de Macri, María Eugenia Vidal, que es candidata a erigirse como la "revelación" de estos comicios.
El desafío de vencer el "voto apático"
Dentro del territorio nacional hay un universo de electores que inquieta a los equipos de campaña del oficialismo y la oposición: los que no se acercarán a las urnas.
En las última PASO, el nivel de ausentismo alcanzó su máximo en los 32 años de democracia, lo que redujo el padrón a un 73% del total autorizado para sufragar.
Ahora, los analistas especulan, que dado el impacto de estos comicios, la presencia en el cuarto oscuro suba y alcance un 80%. Por las dudas, los seis candidatos que competirán este domingo hicieron un especial llamamiento a concurrir.
Scioli es el más interesado en revertir este panorama. Sólo por citar un ejemplo, la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande del país, fue una de las que presentó mayor nivel de ausentismo en agosto. En ese momento, las inundaciones hicieron que algunas personas no pudieran llegar a las escuelas para depositar su boleta.
En la mesa chica del sciolismo estiman que, si se mantiene el buen tiempo este fin de semana, aumentará la cantidad de bonaerenses que participen y que esa diferencia jugará a favor del candidato.
Las matemáticas del FpV
Con un escenario tan reñido, hasta aquellos que voten en blanco podrán inclinar la balanza hacia el sciolismo, aun sin haberlo previsto.
Desde la reforma constitucional de 1994, los comicios en la Argentina se han regido siempre por dos normas para determinar el ganador: obtener 45% de los votos o bien más del 40% y diez puntos porcentuales de diferencia respecto del inmediato perseguidor.
Sin embargo, a la hora de contar los votos, sólo se tienen en cuenta los denominados "positivos". Es decir aquellos que se han emitido a favor de algún candidato.
De esta forma, los impugnados, los nulos y los recurridos no son considerados para el cálculo porcentual.
Esto achica el universo de muestra en favor de Daniel Scioli que, de esta forma, podría incrementar su caudal.
Esta regla rigió en todas las elecciones presidenciales desde 1995 en adelante, pero en ningún caso dio lugar a polémica porque, salvo la frustrada segunda vuelta de 2003, el primer candidato obtuvo más de 45% y una ventaja considerable, cualquiera fuera la modalidad elegida.
Hubo una sola situación en la que un ganador habría obtenido un porcentual inferior: en 2007, Cristina Kirchner logró 45,29% sin votos en blanco y hubiera conseguido 41,84% con esos sufragios computados. Aun así, habría ganado en primera vuelta, ya que la segunda (Elisa Carrió) quedó a más de los diez reglamentarios puntos de distancia.
Lo cierto es que este domingo la democracia argentina puede encaminarse al primer balotaje de su historia.
Si bien está incluido desde la reforma constitucional, nunca pudo ser aplicado: sólo en 2003 el resultado de las elecciones presidenciales debía disputarse en primera vuelta, pero el ex presidente Menem abandonó la carrera y el segundo de aquel entonces, Néstor Kirchner, desembarcó en la Casa Rosada.
Domingo, 25 de octubre de 2015
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