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Argentina tras doce años K

Un análisis contrasta el primer gobierno de Néstor con los dos mandatos de Cristina. Estancamiento económico y disminución de demanda ocupacional. El posible nuevo escenario nacional.

Un análisis de los doce años del kirchnerismo en materia de empleo como de ingresos de asalariados no es tarea sencilla, ya que choca con la decisión oficial de haber introducido en el principal organismo a cargo de las estadísticas públicas, el Indec, distorsiones que producen más brumas que nitidez.

Con los recaudos necesarios, puede mencionarse que el ritmo de creación de empleo entre mediados de 2002 y mediados de 2007 tuvo un dinamismo que no sólo contrasta con el magro desempeño de los años noventa, sino que tiene pocos antecedentes.

Durante el último cuarto de siglo, el empleo asalariado urbano elevó su número de ocho a nueve millones entre 1991 y 2000 pero la crisis de 2001 retrajo su volumen al punto de partida. Ya en 2007 se había alcanzado un total de 11,2 millones que se elevó a doce millones en 2013. Si comparamos este último dato con el del 2000 el aumento fue del orden de un tercio, pero contra 2002 el alza es del 50%.

A fin de evitar el enredo coyuntural, vale hacer esta comparación histórica: el empleo asalariado de la industria en argentina se incrementó en un 50% entre 1935 y 1941, llegando a su duplicación antes de que termine la guerra.

Al asumir Juan D. Perón su gobierno en 1946, el empleo industrial era el 120% más voluminoso que a mediados de los años treinta con un millón de asalariados en el sector fabril. Luego de esa fecha el empleo industrial no creció demasiado al punto de que en la actualidad se ubica en torno del millón y medio.

Entre 2002 y 2007 los asalariados se incrementaron a un ritmo del 6% anual aproximadamente. Desde entonces el aumento no alcanza al cinco por ciento acumulado, no anual sino por trienio (eso vale tanto para 2007-2010 como para 2010-2013).

El contraste no puede ser más evidente para mostrar el estancamiento registrado recientemente en el empleo. Dicho cambio deriva, sin dudas, de la interrupción del crecimiento económico que habíamos logrado a la salida de la crisis conjugando la devaluación de nuestra moneda, uso de la capacidad instalada, recuperación de la mediana y pequeña empresa y un fuerte estímulo proveniente del sector externo de la economía.

En el último cuatrienio, por contraste con el primer gobierno del kirchnerismo, la nota característica es el estancamiento económico y, por tanto, la disminución (sino la ausencia) de demanda ocupacional. Además, en aquellos primeros años de bonanza, lo dominante era la creación de empleo protegido mientras que desde hace un quinquenio no se logra disminuir la proporción de asalariados precarios.

Los datos de ingresos del sector del trabajo después de la crisis indicaron una recuperación significativa pero rezagada respecto del aumento del empleo. Esto significa que recién a partir de 2004 se hace visible la recuperación del salario real.

Sin embargo desde 2007 la reaparición del proceso inflacionario (el que quiso ser disimulado con el falseamiento de las estadísticas de precios) generó tensiones y mayores heterogeneidades entre distintos núcleos de asalariados. Además también aquí hay incertidumbre sobre la verosimilitud de los datos correspondientes originados en la EPH.

En tiempos recientes se divulgaron datos según los cuales, en medio de las dificultades visibles en el mercado de trabajo, el Indec informaba que en un año el empleo precario había mejorado sus ingresos significativamente más que los empleados “en blanco”. Difícil de admitir pero son los datos disponibles.

Debe anotarse, también, que a lo largo de este decenio extendido hubo desde el punto de vista normativo esfuerzos importantes por mejorar el escenario en que se desempeñan los asalariados, junto con la recomposición de la propia institucionalidad de la cartera. Las normas tendientes a la regularización del empleo precario, con ser valiosas, no lograron perforar el porcentaje de un tercio de asalariados sin protección.

Una hipótesis plausible sería que ese fenómeno no se circunscribe al accionar del mercado laboral y a su normativa sino que se conecta con la dinámica económica general y con la política fiscal global.

En este marco, la tarea por delante seguramente dependerá menos de la acción que pueda emprenderse desde el Ministerio de Trabajo cuanto de la orientación de la política económica para la cual el panorama que se presenta es harto complicado.

El dinamismo perdido deriva tanto de notables errores de política (o directamente de la ausencia de una estrategia orientadora de las medidas de corto plazo) como de un empeoramiento de las condiciones que nos vinieron asistiendo en gran parte del lapso reciente.

La fuerte demanda de productos primarios que impulsó fuertemente a toda América Latina está flaqueando y los precios se han debilitado de manera notable. Esto se puede ver en el petróleo que había alcanzado los 150 dólares el barril y desde hace un año está en 50.

Aunque con menos intensidad también afecta a nuestras exportaciones de soja. En nuestro país se agrega la crítica situación de un importante socio y comprador como es Brasil.

De modo que -sin llorar sobre la leche derramada- no podemos evitar lamentar que en los años más propicios no hayamos podido reconstruir las bases productivas y la forma en que se distribuye el ingreso generado por la economía.

Sobre esto último tampoco se cuenta con información fehaciente más allá de los imprecisos anuncios acerca de la eventual superación del famoso “fifty-fifty”. Las manipulaciones estadísticas llegaron también a lo que se denomina las Cuentas Nacionales.

Hay fuertes cuestionamientos sobre la verdadera dimensión la producción anual y sobre el ritmo de su evolución al menos en el último quinquenio.

De esto deriva la necesidad de sugerir al nuevo gobierno que la preocupación por la recuperación macroeconómica no deje de lado los esfuerzos por proteger y mejorar el empleo asalariado.

Esa protección debe abarcar a la totalidad del sector laboral no sólo a los cubiertos por las normas legales vigentes para lo cual entre otras medidas de alcance general está la de conocer verdaderamente el volumen, características y dinámica del empleo en Argentina lo que requiere recuperar las estadísticas públicas.


Sábado, 24 de octubre de 2015
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