Michel Noher: “Los actores no hemos podido acceder a ninguna de las ayudas del Gobierno” “Es muy importante también que el Estado pueda llegar a los artistas”, plantea el protagonista de “La unidad” que se solidariza con la situación que viven sus compañeros
Dice que nada será igual que antes de la pandemia: “Incluso, si se volviera al mismo lugar físico, uno ya no es esa persona que estaba ahí antes”. Michel Noher es un convencido de que esta vivencia va a dejar una marca. “No se sale de nada sin ser distinto”, reflexiona en esta charla con Teleshow, y asegura que las circunstancias “ponen esta realidad en evidencia”.
El hijo de Jean Pierre Noher pasó su cumpleaños aislado, por segunda vez consecutiva. En esta oportunidad lo celebró online desde su casa, por la cuarentena. “Estar acá cerca de mi hijo, de mi viejo, poder cuidarlo, es muy diferente a estar a 10 mil kilómetros de distancia”, dice Michel, que el año pasado cumplió años en Melilla, una colonia española en el continente africano, donde comenzó el rodaje de La Unidad. La serie de Movistar Plus, que acaba de estrenarse en Europa, fue vista por más de 800 mil personas en cuatro días.
—¿Cómo se vive un estreno en plena cuarentena?
—Con sentimientos encontrados. Por un lado, mucha alegría; era algo que esperábamos desde que terminamos el rodaje. Y por otro lado, esta cuestión de no estar ahí para disfrutar con los compañeros, abrazarse.
—En la serie componen a un grupo de policías de élite que se anticipa en la búsqueda del antiterrorismo.
—Es una unidad especial de lucha contra el terrorismo, secreta: nadie sabe a qué se dedican los participantes. Está basada totalmente en hechos reales. Beto (Alberto) Marini y Dani de la Torre, los creadores, se reunieron con la unidad real y, a partir de todas las anécdotas que les contaron, escribieron esta historia. Es una verdad que siempre permaneció en las sombras porque es parte del éxito de La Unidad: cuando todo va bien es cuando no te enterás de lo que está pasando. Es la dificultad también de llegar antes de que los hechos ocurran. Mi personaje, Marcos, que es el jefe de investigación, lo dice muy claro en una escena hablando con su hija: “Somos policías especiales, no perseguimos a los malos cuando han cometido algún delito. Nuestro trabajo es llegar antes de que lo hagan”.
—¿Cómo hiciste con el acento?
—Lo laburé mucho. Mi personaje nació en España y, si bien se crió en Argentina, a los 18, 19 años volvió y decidió dedicarse a la policía. Había que calibrar muy bien ese punto intermedio donde notásemos la raíz allá, pero una etapa de formación, teniendo que adaptarse a sus compañeros de colegio, acá. Es la historia que me imagino. Yo nací en Buenos Aires y me crié en Bariloche, por ejemplo, y recuerdo mucho esa sensación de tener que sobre adaptarme al entorno para no ser discriminado. Entonces, Marcos ha tenido que pasar por eso mismo.
—¿Cómo te estás llevando con la cuarentena?
—Con distintas etapas. Todos estamos surfeando la ola. A veces estamos más arriba, otras más abajo. En el transcurrir de los días, al mismo tiempo que uno parece tener más ganas de salir, también se fue armando su propia rutina y se va acomodando. Una de las cosas que tenemos los humanos es nuestra gran capacidad de adaptación. Es algo que nos salva y que, quizás, también nos condena. Lo más difícil fueron las primeras tres o cuatro semanas. Ahora ya estoy un poco en esto. Con muchas ganas de ver amigos, de hacer cosas, de volver a filmar. Me agarró en medio del rodaje de Nosotres, en la segunda semana. A la espera de que aparezca algún tipo de protocolo para volver a la actividad.
—Hace unos días hiciste un posteo en Instagram muy interesante en este sentido.
—Era un pensamiento que me venía dando vueltas y necesité bajarlo para entenderlo. Luego de haberlo escrito, me pareció que podía interesarle a otras personas. Recibí respuestas muy lindas. Instagram es un lugar más que nada de fotos de primeros planos y, para ser un escrito de diez imágenes, tuve una cantidad de devoluciones y de Me gusta que me sorprendieron. Quedé contento. Era una mirada un poco más filosófica sobre el asunto. Esto deja en evidencia algo que la vida es. Los argentinos, sobre todo, tenemos esta cosa del tango un poco melanco del ayer glorioso, de querer volver siempre a algo. Nunca se vuelve a ningún lado. Incluso, si se volviera al mismo lugar físico, uno ya no es esa persona que estaba ahí antes. Vamos a entrar en un nuevo estadio. Incluso, si el día de mañana aparece una vacuna y podemos movernos todos nuevamente con libertad, vamos a haber atravesado esta vivencia y va a dejar una marca.
—Absolutamente, no se sale de una pandemia sin ser distinto.
—No se sale de nada sin ser distinto. Lo que hace la pandemia es ponerlo en evidencia. Era de eso de lo que quería hablar en el posteo.
—Pienso en el HIV y cómo cambiaron las relaciones sexuales a partir de entonces.
—Llegó en una época de mucha libertad sexual. Ahora es un momento de aparente libertad de movimiento, la globalidad, y esto nos deja de vuelta a todos enclaustrados.
—¿Cómo ves la situación de los actores?
—Es muy difícil. No hemos podido acceder a ninguna de las ayudas del Gobierno, por lo menos en mi entorno, y con todos mis amigos actores con los que hablo. Es una situación crítica. Estamos cada uno rebuscándonosla. Los que tienen ahorros con ahorros; los que no, saliendo a trabajar con Rappi o haciendo cursos online. Espero que se encuentre algún tipo de solución y de ayuda. Vemos que se está intentando llegar a muchos lados, a los sectores sociales más relegados, a empresas pequeñas y no tan pequeñas. Es muy importante también que el Estado pueda llegar a los artistas.
—En lo personal, ¿cómo estás vos? ¿Tenés resto?
—Por suerte el año pasado estuve filmando en Europa esta serie, entonces no tengo una situación apremiante, pero muchos de mis amigos sí, y ver a los amigos así...
—Es horrible.
—Sí, hay necesidad de una respuesta veloz.
—¿Cómo anda la paternidad?
—(Antón) pasa la mitad del tiempo conmigo y la mitad del tiempo con la madre (Celeste Cid). Uno va aprendiendo todo el tiempo y más en esta situación, donde estás 24 horas a full con tu hijo. Es alucinante, es desafiante. Hay una preocupación, también. Por suerte, Antón tiene 3 años y medio, no es una edad crítica en el sentido del aprendizaje, sí de la sociabilidad. El otro día me decía: “Vos sos mi amigo”. Por un lado, uno siente un amor hermoso, y por otro, te das cuenta de que necesita tener a sus amigos, más allá de sus padres.
—¿Sabe por qué no están saliendo? ¿Se le puede explicar a un nene tan chiquito por qué está en casa?
—Desde el jardín nos mandaron algunos cuentos que hablan de coronavirus y lo tiene totalmente presente. El otro día me tuvo que acompañar a hacer un trámite y le expliqué toda la situación: que no podía tocar nada, que tenía que estar con barbijo, y se portó como un señor. Tuvo premio al volver a casa (risas).
—¿Qué es lo que más te cuesta de la cuarentena?
—Los afectos. Mi viejo es población de riesgo, muchas veces necesita cosas y me ocupo de hacerle las compras. Tengo la suerte de poder verlo. A la distancia y con el barbijo, por lo menos interactúa con alguien. La gente que no tiene a nadie y tiene que estar encerrada, me parece más difícil. Dentro de todo, el ir y venir con mi hijo... Tengo otra situación.
—¿Cómo te llevás con la limpieza y el orden?
—La limpieza fue un descubrimiento para mí. Era algo a lo que no me había dedicado (risas). Lo estoy llevando relativamente bien. Tengo mi día en el que me ocupo de eso y he aprendido a hacerlo cada vez más rápidamente.
—¿Y la cocina?
—Cocinar es algo que hago desde muy chico. Mi madre es docente, trabajaba doble turno, y desde los 13 años que volvía del colegio y me tenía que ocupar de prepararme mi propio almuerzo. Es algo que nunca me fue ajeno.
—Vos ya filmaste varias veces en el exterior, pero las plataformas ahora permiten que una serie que rodás en un lugar se vea en todo el mundo, es muy fuerte.
—El cine y esta nueva televisión se van acercando mucho. La pantalla grande es el espacio para el actor de generar algún tipo de obra, algo a lo que se puede acceder en cualquier momento. El teatro es netamente el hecho presente y la televisión de tira diaria es el consumo del momento. En cambio, pasan los años y uno vuelve a ver El padrino o La historia oficial. En la televisión no pasaba y ahora, con esta cuestión de las series, sí. Los Soprano se sigue viendo. Ocurre desde los guiones. En el caso de La Unidad, y creo que la mayoría de este tipo de series, uno llega ya con el guión totalmente escrito. Entonces, el trabajo que uno puede hacer es de mucha mayor precisión.
—Además, en Argentina la situación de las ficciones en televisión abierta está muy complicada desde antes de la cuarentena, son posibilidades de trabajo que se empiezan a abrir.
—Todo depende de las políticas que se apliquen para fomentarlo o no. Eso es algo que deja muy en evidencia esta pandemia. Como la política, que venía tan bastardeada que hasta parecía una mala palabra, es fundamental para la organización social en democracia. Eso que se hace desde el Estado es lo que cambia que haya la cantidad de muertos que hay en Brasil o la tenemos en Argentina. Mirá la importancia.
—¿Crees que esta crisis nos acercó a los argentinos? ¿Estamos un poco menos enojados entre nosotros?
—No lo sé. Enojados va a haber siempre y gente que quiera acercarse, también. El otro día escuchaba a Darío, apellido imposible de decir, Sztajnszrajber (risas), y hablaba un poco de esta ilusión de que ahora somos todos más buenos. Hay gente que le escribe en el ascensor del edificio a un médico, que está cuidando de todos nosotros, que no vuelva a la casa. El tipo forro va a seguir siendo forro. Y el tipo al que le interesa el de al lado, puede que esté un poco más interesado.Lunes, 29 de junio de 2020
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