Reconocimiento facial: una industria peligrosa En los próximos dos años la tecnología que recoge datos en las multitudes será un mercado de USD 9.600 millones. Sólo en un estado de los EEUU se exige consentimiento de las personas; en China se usa para vigilar a la población
Taylor Swift mostró al mundo un aspecto del futuro del reconocimiento facial al usarlo como seguridad en sus conciertos. El año pasado la revista Rolling Stone reveló que el equipo de seguridad de la cantante había desplegado esa clase de tecnología para detectar a los acosadores. Sin embargo, ese recurso utiliza datos que sirven para muchas otras cosas, como el marketing.
Si durante años el reconocimiento facial fue un recurso para las autoridades y los militares, ahora se está convirtiendo en un instrumento comercial para que las marcas obtengan consumidores. Se espera que en los próximos dos años esta tecnología, que básicamente reúne datos en las multitudes, sea un mercado de USD 9.600 millones. Y casi sin regulación.
Las empresas, como ISM Connect, que utilizó Swift y que también se ha usado en las pistas de Nascar, en el centro comercial de lujo de Daytona Beach y en el campo de juego FedEx de los Redskins, se autoregulan. No hay normas que las responsabilicen por cómo recogen, usan o almacenan la información de las personas.
"Pronto las pantallas de ISM estarán en los estadios de béisbol de las ligas menores, y la firma espera integrarlas en 'ciudades inteligentes'. Las pantallas de la compañía ya han capturado la interacción y los datos demográficos de más de 110 millones de personas que asistieron a eventos en más de 100 lugares", informó The Guardian.
Esas pantallas mejoran la seguridad y la publicidad a la vez que recogen datos demográficos para las marcas, según el sitio de ISM. "Cuando los fans van a eventos, están en el momento más apasionado de su ser, y es como si en esos momentos cumbres y personales estuvieran más abiertos a nuevas ideas", sintetiza la página web.
En los shows de Swift las cámara de ISM se ubicaron en la parte trasera de las "estaciones para selfies", a donde se atrajo a los espectadores con materiales sobre la artista. Esas cámaras ocultas escanearon los rasgos faciales de los fans mientras interactuaban con las pantallas. "No queda muy claro qué pasó con los datos a continuación", observó el periódico británico.
Según el artículo de Rolling Stone, la información se envió a un equipo central en Nashville, estado de Tennessee, donde se comparó con una base de datos de los acosadores de Swift conocidos. De allí el nombre de la tecnología, FanGuard, que según ISM "utiliza el reconocimiento facial para identificar sospechosos potenciales". Pero el mismo sitio de la empresa señala que esos escaneos crean información demográfica y medidas para ayudar a educar a los promotores sobre cómo dirigir mejor sus esfuerzos de marketing.
A falta de legislación, las personas que asisten a los eventos donde hay reconocimiento facial se deben contentar con la declaración de que ISM no guarda la información que recoge y que las cámaras biométricas no producen una "imagen real, identificable", de alguien, según la web de la empresa. También hay carteles que les indican que "podrían ser filmados", pero nada pueden hacer si no lo desean.
"Más de la mitad de todos los adultos estadounidenses han tenido su imagen catalogada en bases de datos que se utilizan para reconocimiento facial", citó The Guardian un estudio de la Universidad de Georgetown de 2016. "Y la cuarta parte de las agencias de aplicación de la ley han tenido acceso a ellas".
En los dos años que pasaron desde entonces, según una de las autoras del estudio, Clare Garvie, experta en privacidad y tecnología, la "vigilancia masiva" sólo ha aumentado. Tanto la policía como las empresas tienen ya la capacidad de hacer reconocimiento facial en tiempo real sin que las personas lo sepan. En los Estados Unidos, sólo el estado de Illinois requiere que las empresas soliciten consentimiento de las personas antes de capturar sus datos biométricos.
"Se va a volver más común y más avanzado, en particular ante la ausencia de legislación de sentido común que determine cómo se puede usar y —más importantes— cómo no se debe usar", dijo Garvie. "Una empresa como Walmart, o Saks Fifth Avenue, o un estadio o un organismo de seguridad, pueden adoptar esta tecnología y no avisarle al público".
Más allá de la seguridad o el etiquetado en redes sociales, el reconocimiento facial puede usarse de numerosas maneras y sin que las personas lo sepan. A la mayoría de los estadounidenses no les importa. Sólo la cuarta parte, según el Centro para la Innovación en Datos (CDI) creen que el reconocimiento facial debería ser regulado. Para ellos es una herramienta que les permite etiquetar a sus amigos en Facebook o pasar más rápidamente el control de seguridad del aeropuerto.
Sin embargo, el reconocimiento facial puede ir mucho más lejos. Ya en otros lugares del mundo esta tecnología es mucho más invasiva y personal de lo que se piensa. En China, por ejemplo, la policía la utiliza para vigilar a la población en las calles de Beijing y Shanghai.
Jueves, 28 de febrero de 2019
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