Lun 25 de Noviembre de 2024
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Pueblo con miedo al pueblo

Como todo año electoral, la disputa política invade los medios de comunicación con candidatos que buscan diferenciarse o llamar la atención con declaraciones de alto impacto. Sin embargo, en estas elecciones, hay una denuncia en boca de los candidatos que se repite cada vez con mayor frecuencia: el fraude.

La primera situación tensa ocurrió en la elección a gobernador de Santa Fe, donde el oficialismo se impuso al PRO por 1.700 votos, una escasísima diferencia equivalente a 4 o 5 mesas de una escuela. Pasaron varios días hasta que se realizó el escrutinio definitivo y la justicia electoral no dio lugar al pedido de reapertura de todas las urnas. La legitimidad del nuevo gobierno provincial quedo cuestionada y las dudas entre los santafesinos se multiplicaron.

Luego en las elecciones nacionales del pasado 9 de agosto, la provincia de Buenos Aires fue el centro de las denuncias por fraude. Varios candidatos denunciaron irregularidades. En las redes sociales circularon videos de todo tipo, donde ciudadanos reclamaban la falta de boletas en el cuarto oscuro y lo único que recibían por respuesta era que “voten en blanco o que elijan lo que hay”. El propio candidato a gobernador por el Frente Renovador y conocedor del peronismo, Felipe Solá, dijo que “todos sabemos que hay fraude en la provincia de Buenos Aires”. La verdad es que le creo porque ya fue gobernador y seguramente se benefició del sistema.

Por último llegó el caso de Tucumán, que ya venía con denuncias de fraude en las elecciones nacionales pero en las elecciones provinciales el oficialismo K hizo un esfuerzo adicional para ser vergüenza nacional. Para los cargos de concejal, intendente y gobernador hubo más de 25 mil candidatos, es decir, casi 80 candidatos por cada puesto que se elegía o visto de otra manera, más de 2 de cada 100 tucumanos que votaban eran candidatos. Una ridiculez absoluta que sólo busca sumar votos mediante la “ley de acople”, donde el que tiene más candidatos y más plata para mover la maquinaria electoral, suma los votos de todos ellos. Pero al margen del vergonzoso sistema electoral tucumano, la elección se vivió con un clima de tensión permanente, donde fue burdo el robo de boletas, la falsificación de telegramas, la quema de urnas y el enfrentamiento a tiros entre diferentes bandos del kirchnerismo.

Mientras tanto, en todos los casos, el Kirchnerismo a nivel nacional no emitió sonido y la oposición salió a pedir transparencia. Esta vez realmente podemos hablar de la oposición como un todo, porque fueron todos los candidatos a presidente los que reclamaron la implementación de la boleta única como primer paso hacia el voto electrónico.

Si bien esta situación podría repetirse en otras provincias, no es un dato menor que las tres provincias mencionadas representen el 49,35% del padrón nacional, es decir casi la mitad de los votantes que irán a las urnas el próximo 25 octubre. Según expertos en la materia, el fraude podría estar entre los 3 o 4 puntos a nivel nacional. En principio no pareciera un dato de gran relevancia, porque las elecciones presidenciales siempre se han definido por amplio margen en nuestra corta historia democrática. Sin embargo, la situación se agrava en momentos como los actuales, en que todas las encuestas marcan que habrá segunda vuelta y que el ganador lo hará por un margen muy ajustado. Podríamos tener un presidente con una legitimidad altamente cuestionada y no sabríamos si su ajustada victoria se debió a la voluntad popular o al fraude electoral.

Se dice que hay que patear al chancho para saber quién es dueño. Esto sucede cada vez que se cuestiona el sistema electoral. ¿Es el peronismo el que sale en su defensa o trata de desviar la cuestión para otro lado? Está claro que con el sistema tradicional pesa el aparato para fiscalizar todas las mesas, poder hacer el voto en cadena, robar las boletas de los otros partidos y otras artimañas. Si de algo se jacta el peronismo es de tener estructura fuerte para esto en todo el país.

Dos de los tres candidatos a presidente con más posibilidades vienen del justicialismo y ninguno de ellos ha implementado el voto electrónico. Massa ahora lo reclama a nivel nacional, pero cuando fue intendente de Tigre no lo exigió. A Scioli le cabe una responsabilidad mayor aún por gobernar el distrito donde se encuentra casi el 38% del padrón nacinal y donde se dan mayores denuncias de fraude cada vez que hay elecciones. Sólo Macri ha demostrado un interés real en el tema, no sólo porque pide que se implemente el voto electrónico a nivel nacional, sino porque que lo ha implementado con éxito en su distrito en las últimas elecciones.

Con la a excepción de Urtubey que implementó el voto electrónico en Salta, es llamativo ver como el peronismo que no se cansa de proclamarse como un partido de bases populares se opone a instalar un sistema que favorece a la decisión popular transparente. Si están tan seguros de ser los representantes del pueblo ¿por qué depender de los grandes aparatos para controlar elecciones? Pareciera ser, al final de cuentas, que aquellos que se jactan de ser pueblo tienen miedo de que el mismo pueblo no los vote.

Gustavo Lorenzo Brisco (h)
Lic. Economía E. Universidad T. Di Tella


Viernes, 11 de septiembre de 2015
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