Frutas argentinas: un sector estrella del campo argentino  Pese a luchar contra los altos costos de producción, empaque y comercialización, además de factores climáticos, la calidad de los productos nacionales es codiciada en los mercados internacionales
Las frutas y verduras argentinas viajan al exterior con su pasaporte lleno de sellos. Los países del Mercosur, Estos Unidos, España, Holanda, Australia y hasta Japón son algunos de los destinos que más demandan la calidad argentina, cuyo sector frutihortícola se consolida como potencia del hemisferio sur junto a Chile, Brasil, Perú y Sudáfrica.
Durante los últimos años, según indica el presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), Mario Pablo Cervi, "el sector ha bajado su competitividad no solo por los altos costos de producción, empaque y comercialización, sino también por factores climáticos como heladas y granizo, que golpearon fuertemente tanto en 2016 como en 2017".
Los costos mencionados "son sensiblemente más altos que nuestros competidores del hemisferio sur. La incidencia de la mano de obra en nuestra actividad es de entre el 40 y 50 por ciento de lo que cuesta poner una caja en el puerto de origen. Asimismo, los impuestos al trabajo son un 30% mayores en la Argentina que en los países competidores del hemisferio sur; por ese solo ítem, tenemos cerca de un 15% de costo más que ellos por caja de fruta de 18 kilos", dice Cervi.
Pero las frutas frescas cultivadas en suelo argentino no quieren dejar de viajar. El año pasado, según datos de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (Aaici), se exportaron 834.229 toneladas de frutas, entre las que se destacan 306.943 toneladas de pera por casi $257 millones de pesos, 279.543 toneladas de limones por más de $250 millones, 87.708 de manzanas por más de $70 millones, 64.751 toneladas de naranjas que superaron los $30 millones, 49.243 toneladas de mandarina por $40 millones de y 18.502 toneladas de arándanos, entre otras especies, donde se alcanzaron los $100 millones en valores de exportación.
En el caso de la pera y la manzana, la producción proviene casi en su totalidad del Alto Valle, es decir, Neuquén y Río Negro. De allí es la empresa Juan Patalano, que nació como una comercializadora recibiendo fruta en consignación. En diálogo con LA NACION, el hombre que fundó la empresa -que lleva su nombre y que hoy administra junto a sus hijos- cuenta que comenzaron comprando, hace más de dos décadas, "un pequeño empaque para producir nuestra propia marca con el estándar de calidad requerido por nuestros clientes. Los logros y buenos resultados se vieron enseguida, lo que nos llevó a armar un empaque propio, frigorífico propio y por último comprar nuestras propias chacras para producir la fruta. Así, poco a poco, nos convertimos en una empresa integrada: producimos, empacamos, conservamos y comercializamos", cuenta con orgullo.
Pero aún no habían comenzado a exportar, aunque la oportunidad llegó inesperadamente. Tras cubrir una parte del envío de otra empresa a sus clientes en Europa y otros países sudamericanos, sus frutas se destacaron por su alta calidad. Al rastrear su origen, esos clientes del exterior de la otra empresa los contactaron para que les proveyeran la siguiente cosecha con un volumen limitado. "Y así comenzamos en el comercio exterior", dice Patalano. "Aunque nos llevó un tiempo aprender esa cantidad enorme de trámites burocráticos, además de las formas de empacar para optimizar lo que iba en bodega abierta o lo que viajaba en contenedor", añade. Solo el año pasado, la empresa facturó más de dos millones de dólares.Domingo, 1 de abril de 2018
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