Condenaron a un cura por abusar de una niña Los abusos ocurrieron desde diciembre de 2008 hasta junio de 2009. La menor fue precisa en su declaración y hasta dibujó con exactitud los diferentes actos sexuales. Carlos Altamirano que se desempeñaba como cura en la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, no irá preso hasta que la sentencia quede firme. Tampoco podrá acercarse a la víctima.
El Tribunal Oral Penal Nº 2 de Corrientes condenó a 12 años de prisión al sacerdote acusado de abusar sexualmente y corromper a una niña de 8 años en un hecho ocurrido en 2009 en la capital correntina.
Carlos Altamirano fue hallado culpable del delito de abuso sexual gravemente ultrajante por participación de un religioso.
El imputado, que se de sempeñaba como cura en la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, se encontraba en libertad y pese al pedido de la Fiscalía de que quede detenido, el cuerpo tribunalico decidió que siga libre hasta que la sentencia quede firme. En tanto le impusieron una restricción para que no se acerque a la víctima o a la familia de esta, en una distancia de 500 metros.
En su alegato el fiscal Gustavo Schmitt, hizo un relato pormenorizado de las pruebas y solicitó una pena de 12 años de prisión. En tanto el abogado que representó al religioso en sus conclusiones dijo que no se probó el hecho y tampoco se comprobó la autoría. En tanto pidió que en el caso de que haya sentencia, su defendido sea condenado por el delito de abuso sexual simple, que contempla una pena de 6 meses a 4 años de prisión.
Luego de deliberar, el Tribunal compuesto por los jueces Juan José Cochia, María Elisa Morilla y Ariel Azcona, decidió condenar a Altamirano a 12 años de prisión. Sin embargo no irá preso hasta que la sentencia quede firme.
La causa
De acuerdo con la pesquisa, la menor, que hoy tiene 14 años, fue abusada desde diciembre de 2008 hasta junio de 2009, hasta que decidió contarle a su madre lo ocurrido.
Ambas estaban mirando la televisión y vieron una escena subida de tono. La mujer rápidamente cambió de canal y le explicó que los niños no deben hacer eso. La enseñanza le permitió a la niña contarle la pesadilla que padecía desde hace tiempo en manos del cura.
El sacerdote se había hecho amigo de la mujer y comenzó a visitarla en su domicilio con frecuencia para darle contención moral, ya que ella se había divorciado.
De la investigación, surgió que en su primera visita, el sacerdote se ofreció a cocinarle ravioles. Disfrutaron del almuerzo y en forma de agradecimiento, la mujer decidió salir a comprar helado para el postre, y lo dejó al cuidado de su hija. Fue allí que el acusado abusó por primera vez a la víctima.
Los abusos se fueron intensificando con el tiempo. Por su habilidad de persuasión logró convencer a la menor de que no contara nada de lo que hacían juntos.
Su perversión avanzó con distintos juegos sexuales que culminaron cuando la víctima le confesó a su madre lo que hacían, ya que ella desconocía la gravedad de los hechos.
Como primera medida, la mujer envió a su hija a un psicólogo. Eso fue en junio de 2009. Pudieron determinar que la menor no mentía y le aconsejaron que haga la denuncia. Un mes después radicaron la denuncia y estalló el escándalo.
La pequeña debió declarar en Cámara Gesell, y su testimonio fue preciso. Incluso dibujó a la perfección los distintos actos sexuales a la que fue sometida.
Recién en el 2012, el sacerdote fue expulsado de la Iglesia Católica por la sospecha de ser un pedófilo. Pese a la gravedad del caso, nunca fue detenido. (El litoral)Martes, 8 de septiembre de 2015
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