Mar 29 de Abril de 2025
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Hogar San José… Ruta 9 km.100. Lima: pérdidas, olvido y buena gente

Por Alejandro Núñez (Curuzucuateño y estudiante de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social – ISFDyT Nº 15 – Práctica Profesional a cargo de la Lic. Luciana Fernández) Ya pasó la hora de almuerzo; el cantar de las aves se hace escuchar bajo el cálido abrazo del sol, que acompaña a mates con bizcochos, empanadas y gaseosas.

Charlas emotivas y sucesos vividos contados por generosas almas que utilizan su día de descanso, ese domingo tan esperado para el “ocio”, ese día, se lo regalan a los abuelos del Hogar San José de la Providencia, situado en ruta 9 km 100, en Lima Bs As.

No es un día más en el hogar, ya que el domingo es el día donde los abuelos no se sienten tan solos. “Estoy muy agradecido a los chicos que vienen a cuidarnos, darnos de comer, a ver que necesitamos. Y eso, vale mucho decía muy emocionado “el charlatán” como así lo llaman a Felipe Molina.

¿Hace cuánto tiempo se encuentra en el hogar?

“Hace 14 meses, de los cuales estoy muy conforme en mi recuperación”, decía Felipe Molina. Nacido en Sumampa, Quebrachos, Santiago del Estero.

“Por eso me dicen, con razón sos duro” bromeaba.

Hay preguntas, charlas, que te hacen recordar situaciones, momentos de la vida, sean buenos o no. En este caso a Felipe la charla lo llevó a recordar la triste y desgraciada pérdida de sus dos hijos en un accidente automovilístico. “Yo quedé muy mal, y mi mujer también” rememoraba con lágrimas en sus ojos.

“Luché mucho, ahora es imposible ya que me es muy difícil caminar”, reflexiona y agrega, “vine para pascuas y desde ese día vengo siempre”.

También decia que para cada cumpleaños de los abuelos llevan una torta para compartir.

Oscar, un “joven” de 60 años contaba; con la mirada lejos, un poco perdida y cansada que es el, el que mantiene el jardín y el parque, al igual que los dormitorios.

¿Se acuerda cómo fue que vino al hogar?

Con un suspiro contesta: “Por circunstancias de la vida”.

Oscar trabajaba con un hombre mayor de edad, cuidaba de él hasta que falleció. El “joven” de 60 años nació en Villa Paranacito, Entre Ríos.

Comenzó a trabajar a los 13 años y fue un ex operario de la Central Nuclear Atucha, en Lima Bs As.

Al finalizar hablé con Elizabeth, que estaba a cargo del hogar ese día. Dijo que no reciben ayuda política.

“Hay muchas cosas que faltan y saco de mi bolsillo”, decía.

Como en un mundo aparte, un mundo olvidado o quizás desconocido; se encuentran estas personas. Tal vez separados por una “barrera imaginaria”, ya que al irse esas personas que van a ayudar, a solidarizarse, quedan separados, unos en un hogar con muchas necesidades y los demás a su vida y labor cotidiano. Pero como relataba Mariana, esa joven alma caritativa y con muchas energías y Eugenia, una madre de “muchos hijos”; porque así se ve, es esa la sensación que te da al verla con los abuelos. Una imagen protectora.

Palabras de apoyo, acompañar, brindarse; es lo que hacen cada domingo los integrantes de Manitos Solidarias, una agrupación creada en Zárate. Mariana Rossi, que es la coordinadora del grupo, cuenta que hace un tiempo atrás visitaba a los abuelos con otro grupo y después, para no perder contacto decidió formar uno a través de Facebook.

“Venimos los domingos, somos un grupo numeroso. Hay veces que no podemos coordinar y ,como hoy por ejemplo, venimos cinco”, cuenta.

¿Qué es lo que te motiva a hacer esto?

“Yo comencé a venir a con un grupo de una parroquia, ahí conoci a los abuelos. Me gusta ayudar”, resalta.

“Me encariñe con ellos, uno cuando viene a este lugar forma lazos, y hoy en día son personas que no quiero dejar de ver. Tratamos todos de hacer lo posible para venir y estar con ellos, acompañándolos; ya que sabemos que su situación no es buena. A mi me hace bien y feliz estar acá. Prefiero ocupar mi domingo en ellos a estar en otro lugar”.

Al igual que Eugenia Formigoni, una residente de Lima, cuenta que fue para Pascuas y desde ese día es habitué en el Hogar.

Que fueron una vez y desde ese día vuelven siempre.

Sobran los agradecimientos de los abuelos hacia estas personas. En cada oración que sale de sus bocas hay palabras de correspondencia. Risas y recuerdos comparten esos abuelos en el olvidado Hogar San José de la Providencia. (Enlace Crítico)


Viernes, 3 de noviembre de 2017
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