Del campo a la mesa Los modelos agroindustriales potencian los negocios de la industria y a los productores asociados. El caso de Pepsico que fabrica los alimentos que se consumen cotidianamente.
Las matrices agroindustriales, esas sinergias entre los productores agropecuarios y la industria, son alternativas que potencian el negocio y generan destacadas cadenas de valor.
Clarín Rural estuvo en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, conociendo sobre la vinculación entre los productores de papa, avena y maíz, quienes le proveen a la industria estas materias primas para fabricar muchos de los alimentos que están en las mesas argentinas.
Allí conoció dos historias productivas emblemáticas: las de Daniel Muñoz, de la localidad de Tandil, y la de la empresa familiar Ezemax Papas, de los Pereyra, quienes están en la localidad de Otamendi, ambos de la provincia de Buenos Aires.
Ellos son proveedores desde hace varios años de la multinacional Pepsico y tienen contratos para la entrega de su producción. La compañía consume, en promedio, 50.000, 10.000 y 2.000 toneladas de papa, avena y maíz, respectivamente, en su fábrica de Mar del Plata, donde hacen snacks salados y también galletitas y barras de cereal.
Una de ellos estuvo vinculado con la tecnología: “Gracias a la sociedad que construimos con la compañía pudimos incorporar la mejor tecnología del mundo. Actualmente, toda la cosecha de nuestra papa la hacemos de forma mecánica, con maquinas recolectoras de punta. De esa forma, suprimimos la forzosa tarea de la recolección manual y el grupo de operarios fue reasignado a otro tipo de tareas”, contó Alfredo Pereyra, presidente de Ezemax Papas, quien es proveedor desde hace veinte años.
En esta sociedad, explicó luego Pereyra, la empresa compra la recolectora y se la entrega al productor que, a cambio, va pagando la máquina contra entrega de la papa. Según destacó es una gran apuesta que hace la compañía ya que planifica para nosotros inversiones de largo plazo.
“Hace seis años que seguimos los protocolos ‘Global Gap’ y hace cuatro que certificamos con ‘Rainforest Alliance’. Fue un camino en el que aprendimos sobre sustentabilidad junto con Pepsico y que hoy significa un mayor compromiso de mis operarios con la empresa, con la sociedad y con el ambiente”, detalla Muñoz, que le provee a la compañía papa, avena y maíz, desde hace diez años. Esta tarea que organizó su gestión agropecuaria también lo posicionó a nivel global ya que su campo está entre los diez mejores del mundo por su calificación dentro del protocolo Rainforest.
Muñoz retomó una de las ideas que había dejado picando su colega Pareyra y agregó respecto a la reorganización de los recursos humanos: “Cuando comencé a ser proveedor de la compañia éramos dos personas trabajando en el campo y hoy somos treinta. A pesar de que se vincula a la tecnología con el desplazamiento de los trabajadores, en mi caso no es así. Necesitamos de más gente calificada que fuimos desarrollando en todo este tiempo de cambios”.
La compañía y los productores se reunieron recientemente para una jornada de capacitación. Allí, anunció que invertirá 26 millones de dólares en la compra de materias primas para el 2018, cinco millones más que la inversión que hizo este año.
Una noticia que entusiasmó al grupo de esa región ya que en el sudeste bonaerense la empresa de los snacks compra el 80 por ciento de la papa que industrializa. Además, esta mayor inversión implica más certezas para el negocio.
“Los contratos con la industria nos dio tranquilidad y estabilidad financiera. Hasta el año 2001, enviar papa al mercado significaba que un año te convertías en un productor rico para estar en los siguiente diez años fundido financieramente. Eran ciclos. Ahora, encaramos costos de producción de 7.000 dólares por hectáreas sabiendo que tendremos un precio acorde a nuestro riesgo financiero”, sostiene Pereyra, quien estaba acompañado por sus hijos Ezequiel y Máximo, que representaban la continuidad de su firma.
A su turno, Nelson Campos, gerente de Agroindustria de Cono Sur de la compañía, sumó algunos comentarios concluyentes a la experiencia que reflejaron los productores.
“La característica principal de nuestros agricultores es la actitud para poder enfrentar los desafíos, para visualizar el futuro y hacer cosas distintas”, señaló Campos.
Por eso, comentó que en materia inversiones, Argentina generó un modelo de financiación a los productores de exportación, que luego la compañía fue implementando en diversas regiones del mundo.
“Para nosotros, la moneda de transacción es la papa. Una vez que decidimos que una tecnología será beneficiosa para ellos, la compramos, la transformamos en kilos de papa y se la financiamos a cinco o seis años. Por ejemplo, eso está ocurriendo ahora con tres lavadoras de papa que las únicas de América Latina están en el país”, afirmó Campos.Sábado, 14 de octubre de 2017
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