Trump el populista Con el puño alzado, en las escalinatas del Capitolio, Donald John Trump cierra su discurso de investidura. De estilo ofensivo y ecos nacionalistas, que rompen con la solemnidad del acto, es el rostro victorioso del populismo que accede al poder en la primera potencia mundial.
Rodeado por su omnipresente clan familiar, Trump ingresó este viernes a la Casa Blanca con los mismos eslogans de su campaña: "Primero Estados Unidos" y "Devolver a Estados Unidos su grandeza".
Donald Trump escribe una de las más increíbles páginas de la historia de su país, la de la llegada a la presidencia de un hombre sin ninguna experiencia política previa, cuyas salidas xenófobas y sexistas causan escándalo, pero que provoca el entusiasmo de una parte de Estados Unidos.
"De algún modo, él y yo somos lo opuesto", dijo el presidente saliente Barack Obama. De hecho, es muy difícil imaginar a dos hombres más diferentes: El primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, elegante de manera natural y brillante intelectualmente; y el millonario de curiosa cabellera rubia, corpulento, amante de las frases brutales y las palabras simples.
Trump es antes que nada un empresario que labró su éxito en el sector inmobiliario y convirtió su nombre en su principal activo: la marca Trump, que vende en el mundo entero.
Es también una celebridad que frecuenta los círculos mundanos de Nueva York. Exdueño del concurso Miss Universo, debe su popularidad sobre todo al programa de telerrealidad "The Apprentice", del cual fue productor y presentador.
Es inmensamente rico, pero no hay certeza sobre el tamaño de su fortuna. La revista Forbes la ha calculado en 3.700 millones de dólares.
En política, Trump actúa como un impulsivo y no trata de disimular un ego desmedido. Pero es ante todo un instintivo que logró captar la rabia y la frustración de una parte de Estados Unidos, la de la clase obrera blanca que se siente desclasada, víctima de la globalización.
Trump ha prometido que hará volver las fuentes de empleo a Estados Unidos. Después de su elección y antes de asumir la presidencia, presionó a las empresas y obtuvo algunos resultados con fabricantes de automóviles que anunciaron inversiones y la voluntad de repatriar fábricas instaladas en México.
Pero tiene poco en común con aquellos a los que pretende representar y defender ante el establishment al que critica hasta la saciedad.
Antes de llegar a la Casa Blanca, vivía en un lujoso triplex en lo alto de la Torre Trump, en Manhattan, viajaba en avión privado y se permitió gastar 50 millones de dólares de su fortuna personal en la campaña electoral.
De 70 años, es el más viejo de los presidentes de Estados Unidos, pero muestra una energía inagotable.
A lo largo de la campaña, tomó el control del partido republicano. Uno a uno, los caciques que lo calificaban de "charlatán" o de "impostor" se le fueron plegando y tuvieron que tragar muchos de los sapos de su retórica simple.
¿La inmigración es un problema? Hay que construir un muro en la frontera con México y expulsar a 11 millones de indocumentados. ¿El terrorismo es una amenaza? Hay que prohibir el ingreso de migrantes procedentes de países riesgosos.
Negros, hispanos, minorías, extranjeros, todos están preocupados.
En la geopolítica compleja del siglo XXI, propugna un acercamiento con Vladimir Putin, para muchos republicanos el enemigo de Estados Unidos.
La verdad de sus vínculos con Moscú es objeto de todo tipo de especulaciones. Los servicios de inteligencia están convencidos de que los rusos trataron de favorecer su campaña pirateando las comunicaciones del partido demócrata y de su rival Hillary Clinton.
Nacido en Nueva York, es el cuarto de cinco hijos de un promotor inmobiliario. Temprano fue enviado a una escuela militar para intentar calmar su temperamento volcánico.
Tras estudiar negocios, se unió a la empresa familiar. Su padre lo ayudó con lo que Trump denominó "un pequeño préstamo de un millón de dólares".
Tomó el control del negocio familiar en 1971 e impuso su sello. Si su padre construía apartamentos para la clase media, él prefirió las torres de lujo, los hoteles-casinos y los campos de golf, de Manhattan a Bombay.
Donald Trump no sería nada sin su familia, primer anillo en sus negocios y en la política. Unicamente su esposa Melania, exmodelo de origen esloveno, se mantiene al margen, dedicada a la educación del menor de sus hijos, Barron.
Sus hijos adultos, Eric y Donald Jr, recibirán la administración del imperio familiar. Su hija Ivanka, de 35 años, se instalará en Washington, donde su esposo Jared Kushner será asesor de la Casa Blanca.Sábado, 21 de enero de 2017
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