Fomo sexual: el miedo a perderse algo mejor En tiempos de Facebook, Twitter y Whatsapp, cambian los hábitos de conducta. El FOMO (fear of missing out) se gesta en esa vertiginosidad de enterarse a cada momento lo que están haciendo los demás, ¿qué consecuencias tiene? ¿cuáles son los riesgos de estar permanentemente online?
No deja de llamarme la atención (con algún grado de preocupación) el cambio en los hábitos de conducta generados por las redes sociales. Jóvenes y adultos se ven compelidos a consultar el celular no solo para constatar alguna llamada perdida o mensaje como fue en su origen, ahora los pequeños aparatos permiten estar conectados las 24 hs lo cual lleva, entre otras cosas, a querer saber qué están haciendo los demás y comunicar las propias actividades.
Sin embargo, la interacción no esperada puede convertirse en conflicto: Un Whatsapp en línea a la madrugada, cuando se espera que el otro esté durmiendo; un “me gusta” inapropiado en Facebook o en Instagram; un comentario en Twiter, la aplicación GPS que indica un destino diferente al informado, etc.
¿Qué es el FOMO?
Cada conducta mediada por lo tecnológico recibe nombres nuevos, quizá por la necesidad de establecer códigos de conocimiento entre las partes, o para categorizar fenómenos humanos en un intento de abarcar expresiones que además de novedosas son inciertas en cuanto a las consecuencias más profundas.
Una denominación que se está haciendo cada vez más conocida es FOMO (fear of missing out) o “el miedo a perderse algo” cuando la persona, redes sociales mediante, se entera en el instante lo bien que la están pasando los demás (amigos, pareja, compañeros de trabajo, etc.). En realidad es un sentimiento de aprensión, de inquietud, de estar excluido de eventos que otros disfrutan (lo más frecuente es que las fotos o comentarios en las redes aludan a lo bien que se la está pasando).
El Fomo sexual
Una de las áreas que recibe más el impacto del FOMO es la amorosa y sexual. Imaginemos una pareja disfrutando de una cena o preparándose para hacer el amor, y de pronto un mensaje, un comentario en Twitter, la foto en Instagram, y la ansiedad (que interrumpe los mejores momentos) por saber quién es o que están posteando. Y después de saber viene la inquietud, el sentimiento de estar perdiéndose algo mejor que lo se está viviendo, de estar “fuera de”.
Y el siguiente diálogo interior: “mis amigos están jugando al fútbol y yo acá”; “todos disfrutan y yo haciendo de novio” o “mis amigas me mandan fotos para que me dé cuenta de lo que me estoy perdiendo”, etc. Hoy en día muchas personas se ponen en contacto por intermedio de alguna de las aplicaciones para conocer gente.
La diversidad de perfiles de candidatos/as permite elegir, aunque a veces quedan dudas que se exacerban con el “miedo a perder al mejor” cuando se siguen recibiendo fotos o mensajes sugestivos (seductores, osados, con humor) de los otros pretendientes.
En toda elección hay una pérdida
El FOMO pone al jaque una de las frases axiomáticas de la conducta humana: “en toda elección hay una pérdida”. Todo no podemos. Hay que asumir las elecciones que hacemos y lo que queda tras esa elección. Luego tendremos que aceptar los resultados: logros, decepciones, reparaciones, cambios de rumbo, etc.
No critico el uso de las redes sociales, me parece que son un recurso muy útil para que la gente interaccione de distintas formas. No obstante, existen vulnerabilidades individuales sobre las cuales estos medios tecnológicos pueden hacer mella despertando más ansiedad, sentimientos de vacío y de estar fuera de un mundo que siempre va a resultar más divertido que el propio, ese que llaman “ideal”. Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.Viernes, 21 de agosto de 2015
|