Si falta Lionel Messi, esta Selección tiene pocas pulgas Sin Leo, el equipo que ante Uruguay había dado un pasito para adelante, dio un Patón para atrás. Ni Lamela, ni Banega, ni Di María supieron tomar la posta de la Pulga: cada vez que faltó, la Selección no pudo sumar de a tres.
Hay algo que está claro: esta Selección tiene pocas pulgas. Y sin pulgas, no hace roncha. Perdió en el debut frente a Ecuador jugando muy mal en el Monumental, y volvió a mostrar una muy mala imagen anoche, frente al equipo venezolano que acumulaba apenas dos unidades en siete juegos. En ambas ocasiones, Messi no estuvo en el equipo. También había faltado en el 0 a 0 frente a Paraguay en Asunción.
Y si bien sería exagerado asegurar que sin La Pulga, Argentina no gana, hay que empezar a pensar que aquella frase de Menotti, cuando el crack amenazó con abandonar la Selección, no tenía nada de exagerado: "Si no juega Messi, no vamos al Mundial".
Limitándonos a lo que se vio anoche en Mérida, el equipo de Bauza no sólo extrañó el aporte eléctrico y diferente del mejor del mundo, sino que sintió desde lo anímico su ausencia. No tuvo alma, no tuvo brújula, no tuvo personalidad; al contrario, la sensación que dejó al transitar la cancha fue la de un equipo temeroso, en el que nadie se atrevió a adueñarse de la bandera del protagonismo que recién en el último tramo del juego y gracias al descuento a los ponchazos de Pratto, asumió.
Sin Messi no hubo creación ni desequilibrio. Nadie asumió esa función; no lo hizo su reemplazante, Erik Lamela, de muy pobre desempeño; y tampoco lo hizo Banega (que usó la 10 como para desconcertar) y no generó demasiado. De Di María, quien podría haber soportado sobre la espalda de su experiencia la posta como comandante de los ataques, jugó muy recostado sobre la izquierda e, impreciso, sólo ofreció ráfagas insuficientes como para generar peligro.
Bauza había elegido justamente a Lamela y a Banega, para hacer frente a las bajas obligadas: Messi por lesión y Dybala, expulsado. Pero además, resolvió respetar la vieja titularidad de Rojo, y lo mandó en lugar de Emmanuel Mas, de correcta labor ante los uruguayos; y esa decisión tampoco resultó efectiva, porque Rojo tuvo una actuación en falso con responsabilidad en el primer gol y nula prestancia para explotar sus proyecciones.
Dentro de ese contexto, apenas Pratto -pero en base a bríos y determinación- logró equilibrar los méritos futbolísticos del rival. Fue justamente su descuento el que envalentonó al equipo y empujó al técnico a hacer cambios de perfil bien ofensivo: sumó a Alario para armar un tándem de punta junto a Pratto y, sobre el final, sacó a Rojo para sumar otro delantero: Gaitán. Pero ni con eso alcanzó para cambiarle la cara a un equipo que tuvo más sombras que luces; probablemente, porque faltó en su cielo la estrella que más ilumina.Jueves, 8 de septiembre de 2016
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