Con 6.800 jóvenes argentinos arrancó la JMJ en Cracovia
Se realiza en la ciudad donde Juan Pablo II fue arzobispo durante casi 17 años. El encuentro de católicos comenzó horas después de que el Estado Islámico degollara a un cura que daba misa en Francia.
Ante la sorpresa del mundo por tratarse de un latinoamericano, jesuita y argentino, ya como representante de Jesucristo en el mundo, el ex cardenal Jorge Mario Bergoglio cruzó el Atlántico y fue a Río de Janeiro: ante millones de jóvenes sudamericanos y del mundo, antes de que anunciara que el siguiente encuentro se concretaría tres años después en la ciudad polaca donde Juan Pablo II -quien a sus 42 años y en plena época de persecución religiosa por la izquierda comunista fue durante casi 17 años arzobispo - el flamante papa argentino lanzó la frase más argentina que quizá más pegó en el mundo en los últimos diez años: "Hagan lío" (aunque la expresión completa era "Hagan lío, pero también ayuden a arreglar el lío que hacen").
Pasaron los tres años y la Jornada Mundial de la Juventud, con unos 6.800 argentinos, ya arrancó en Cracovia:
"Cracovia ya está poblada de jóvenes que peregrinaron desde muchas partes del mundo para participar de la Jornada Mundial de la Juventud junto al papa Francisco, quien llegará el miércoles 27 de julio. Entre ellos, con cantos, banderas y el mate, están los argentinos. Una ronda, dos guitarras y un ukelele. Aplausos, gritos alegres y canciones típicas de la Argentina. A pesar de las más de doce horas de viaje para llegar a Cracovia, los peregrinos parecen no sentir el cansancio. Para los 6.800 argentinos, como para los millones de jóvenes de todo el mundo, la Jornada Mundial de la Juventud ya comenzó aunque el papa Francisco no haya pisado suelo polaco aún", describe Felicitas Losada Biedma, desde allí, para la agencia católica Aica.
La ciudad sede de la Jornada Mundial de la Juventud es una de las más grandes, antiguas e importantes de Polonia. En el área metropolitana viven unos tres millones de personas y es la segunda ciudad más grande de Polonia.
Una perlita en un aeropuerto francés
Ayer al mediodía, en el aeropuerto Charles de Gaulle (París) algunos pasajeros que recorrían el pasillo para tomar su vuelo se preguntaron de dónde venía la música que escuchaban. No era una escena de un comercial de un celular, de un mochilero haciendo tiempo con la música fuerte. Parece que no. La música venía de la capilla del aeropuerto francés, un espacio dispuesto para que personas de todos los credos puedieran expresar su fe.
Allí jóvenes argentinos -explica la corresponsal de la agencia Aica - de la parroquia San Nicolás de Bari (Buenos Aires), estaban cantando el aleluya en la misa que decidieron celebrar mientras esperaban por la escala que debieron realizar rumbo a Cracovia, Polonia.
La oración realizada por estos jóvenes argentinos en el aeropuerto de París se producía a pocas horas de un atentado de Estado Islámico ocurrido en también en Francia: el asesinato del padre Jacques Hamel, de 84 años, mientras celebraba misa en la parroquia de de St Etienne en Rouen, al norte de ese país. Allí dos terroristas tomaron como rehenes al cura anciano, dos religiosas y feligreses. El sacerdote fue degollado.
De este modo, la Jornada Mundial de la Juventud llega en una comunidad católica y una Europa asustada y tensionada, no sólo por el crimen de padre Hammel, sino también por los últimos atentados terroristas en Francias y Alemania, y también con la tragedia de los migrantes que cada semana no llegan con vida a la isla griega de Lesbos. Sin dudas, una Europa que está proyectando para los próximos años un mundo más oscuro que iluminado.
En tanto que los jóvenes que quieren "refundarse" y "hacer lío" desde el amor a Dios, la humanidad y así el lavar el rostro de este mundo llegan no sólo de Argentina, Sudamérica y Europa, sino también de países como El Líbano, Burkina Faso y Benín (África), entre algunos. Y con el desafío más rebelde y revolucionario que hoy, pronunciado el arzobispo de Rouen, Dominique Lebrun, en respuesta a Estado Islámico por el asesinato del padre Hammel: la única "arma" es la oración y la fraternidad.