Una Argentina sin fisuras goleó a Estados Unidos 4 a 0 La Selección argentina tuvo una actuación sin fisuras y arrolladora frente al local: fue 4-0 con goles de Lavezzi, Messi e Higuaín (2). No hubo puntos bajos y, detrás de la Pulga, también brillaron el Pocho, Banega y el Pipita. La final, el domingo, ante el ganador de Chile-Colombia.
La Selección Argentina avanzó a su tercera final consecutiva en tres años, con una actuación a toda orquesta, que incluyó un aceitado funcionamiento colectivo, y un líder indiscutido, pues Messi fue Messi, para que se sueñe con levantar la Copa América el próximo domingo, ante el ganador de la serie entre Chile y Colombia.
Messi, como director orquesta, tuvo socios de lujo, y en la gestación del juego, el que brilló fue Banega, sin posición fija, para estar, con un imán, siempre dispuesto a recibir el balón, para entregarlo con claridad, en una cesión corta o un pelotazo de cincuenta metros.
De los históricos, Gonzalo Higuaín mostró su contundencia, sin estar demasiado fino en el juego asociado. Pero en el complemento tuvo dos, y las mandó a guardar, por asistencias de Lavezzi y Messi (un golazo y dos pases mágicos). Romero ni salió en cámara y Mascherano, fue de menor a mayor, se equivocó de entrada con el balón, pero después fue amo y señor de la mitad de la cancha.
Más allá de la contundente victoria, hubo noticias negativas y dolorosas. Porque Lavezzi tuvo una labor consagratoria, al marcar el primer tanto, de cabeza, tras una exquisita habilitación de Messi, y después también habilitó de manera brillante a Higuaín, para el tercer tanto. Pero más tarde, en una acción sin trascendencia, se exigió para tratar de capturar un pelotazo largo, no se dio cuenta que ya estaba afuera de la cancha, y al chocar, sin defensas, contra el cartel de publicidad, sufrió una preocupante lesión en el brazo izquierdo, que encendió la alarma de cara al futuro y lo sacó de la cancha en camilla.
Una situación similar le tocó vivir a Augusto Fernández, quien hizo un gran desgaste a partir de su entusiasmo y su dinámica para estar en cada rincón de la mitad de la cancha, pero un montón fue al piso y no se levantó más, al tiempo que miró al banco, admitió "me tiró", y tuvo que ser reemplazado por un tema muscular, que también lo quitaría de la final del domingo.
Lo de la defensa, no dejó lugar para las críticas. Porque si Romero casi no tocó la pelota, fue porque la estructura de la Selección ofreció seguridad en su última línea, donde Otamendi fue el que lució con mayor prestancia, sin opacar la solidez, especialmente en el juego aéreo, de Funes Mori, y las ganas de Mercado y Rojo de ser ruedas de auxilio con sus proyecciones.Martes, 21 de junio de 2016
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