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El cuerpo, verse bien y el descontento con uno mismo, postales de la vida actual

La licenciada en psicología, María Alicia Quintana, habló de la interpretación que hacen adolescentes y adultos de los cánones actuales de belleza. Se refirió al riesgo de las cirugías y también a cómo darse cuenta del límite entre buscar el bienestar y lo que ya no es saludable.

En los últimos años en Argentina aumentó el número de adolescentes de entre 14 a 17 años que se realizan consultas sobre cirugía plástica. Según informan reportes nacionales, algunos de los procedimientos más solicitados por los pacientes de estas edades son: rinoplastia (cirugía de la nariz), liposucción, reducción o aumento de mamas (implantes mamarios) y ocasionalmente otoplastía (cirugía de las orejas).

Corrientes no escapa a esta peligrosa tendencia y sobre ello reflexionó la licenciada en psicología, María Alicia Quintana. “Existe una necesidad de recurrir cada vez más a las cirugías estéticas, vemos chicas muy lindas que están descontentas con su imagen y quieren hacerse cambios. Muchas veces el cuerpo no es el problema, sino las interpretaciones que se hacen del mismo. Si existe un gran descontento y se tiene la idea que las operaciones solucionarán el problema se pierde de vista el riesgo, priorizando la satisfacción” dijo la profesional a modo de introducción en esta temática.

“La adolescencia es una etapa de construcción donde no hay estabilidad y existe un porcentaje más elevado de vulnerabilidad. Por consiguiente, los chicos están más expuestos a ser identificados con ciertos modelos ofrecidos a través de la publicidad y medios de comunicación. Sin embargo, los adultos a lo largo de la vida también están expuestos a un estado similar frente a diferentes tipos de pérdidas y muchas veces buscan compensar esto mejorando la imagen corporal”, prosiguió.

De igual modo la licenciada Quintana explicó que el descontento con uno mismo es normal, porque lleva a mejorar, a hacer actividad física o comer saludable, el problema es la intensidad que puede poner en riesgo la vida. Lo ideal sería que la persona se dé cuenta de que necesita ayuda pero muchas veces el entorno es el primero en detectar el problema.

“La ventaja de recurrir a cirugías es que permiten alcanzar el bienestar haciendo uso de los beneficios de la tecnología pero la desventaja es que no se puede establecer un límite. Es fundamental la ética del médico, ya que es quien debe orientar a la persona y trabajar conjuntamente con un psicólogo para ayudar a modificar fallas en la percepción de la realidad”, enfatizó.

“Las grandes empresas multinacionales han creado ciertas mercancías que nos llevan a todos a ser posibles consumidores. Trabajan muy bien los componentes simbólico e imaginario, que son los que estructuran la realidad y operan de manera gradual y sugestiva, llevando a normalizar diversas cuestiones como el hecho de realizarse cirugías. Se crea un deseo que luego se convierte en una fuerte necesidad”, afirmó.

También se refirió a cómo darse cuenta del límite entre buscar el bienestar y lo que ya no es saludable. “Es un proceso bastante difícil, verse bien no está mal porque la imagen produce un efecto que nos afecta y si nos vemos mejor nos sentimos mejor”, añadió.

“El límite -postuló- se establece cuando la vida pasa a girar en torno a la cuestión estética y prima la imagen corporal. No está mal que las personas concurran a un centro de estética para sentirse mejor pero allí no está la raíz del sufrimiento. Es necesario llevar adelante un trabajo en profundidad y de investigación para aliviar el dolor y la tristeza, esto implica un proceso de reflexión”, culminó.


Miércoles, 18 de noviembre de 2015
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