Buscan alternativas para reducir demanda energética en construcciones del NEA Investigadores de la UNNE trabajan en identificar métodos constructivos y materiales alternativos que posibiliten mejorar el desempeño térmico de edificaciones de la región NEA, y reducir así la demanda de energía para climatización.
Se trata de un proyecto de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE, que tiene como objetivo hacer un aporte concreto a la problemática actual que representa la cuestión energética.
Es que los edificios en general, las viviendas sociales y la mayoría de las edificaciones del NEA, no registran un adecuado desempeño térmico, y en consecuencia demandan muy intensos aportes adicionales de energía para climatización, tanto calefacción como refrigeración.
Frente a tal realidad, investigadores de la UNNE sostienen que se alcanzarían mejores condiciones de habitabilidad y sustentabilidad de edificaciones en la región nordeste mejorando las resistencias térmicas de las envolventes (muros, paredes, carpinterías y cerramientos en general).
Para ello, se inició un estudio para identificar métodos y materiales de construcción alternativos que permitan intervenir sobre las edificaciones, tanto las ya existentes como las nuevas a construir, y reducir la demanda de energía.
“Este proyecto apunta principalmente a edificios ya construidos, para mejorar lo existente, que, según las evaluaciones realizadas, en muchos casos revisten condiciones críticas de adecuación al clima, por lo que resulta urgente una rehabilitación energética” explicó la arquitecta Herminia María Alías, codirectora del proyecto titulado “Rehabilitación higrotérmico-energética de edificios en el NEA: evaluación, diagnóstico, desarrollo de soluciones técnico-constructivas y valoración costo-beneficio”.
En el marco del proyecto, por un lado se realiza un relevamiento de materiales de construcción alternativos disponibles en el mercado comercial en la región, a fin de identificar cuáles serían más apropiados para las condiciones climáticas del NEA, y para “recuperar” las envolventes de las edificaciones.
Por otro lado, se trabaja en la búsqueda del diseño de materiales alternativos, aprovechando recursos naturales de la zona.
“En ambos casos, materiales disponibles en comercios y materiales alternativos, la idea es proponer técnicas de rehabilitación que puedan ser incorporadas a los edificios mediante técnicas lo menos destructivas posibles, y, de ser posible con bajos costos de implementación” remarcó la arquitecta Alías.
Respecto a los materiales disponibles comercialmente, explicó que no todos los productos de aislación térmica se adaptan debidamente a las condiciones de humedad y radiación solar de la región NEA, y a la vez hay productos con muy buenas posibilidades de uso como mejoradores de la resistencia térmica de envolventes constructivas que, sin embargo, no están disponibles en la región.
Mientras tanto, en la búsqueda de materiales “aislantes térmicos” alternativos, el equipo de investigación de la UNNE ya inició pruebas de laboratorios con algunos productos que estiman servirían para la rehabilitación térmica de edificios.
Uno de esos materiales en experimentación es el derivado de productos celulósicos: concretamente el papel de periódico reciclado y desfibrado, con el que, mediante las medidas técnicas adecuadas, podría producirse un material con buenas propiedades térmicas para ser aplicado en muros y techos.
Se realizaron ensayos de una probeta de papel de diario reciclado y desfibrado (mezclado con sales de boro), y aunque se encontró que el valor de conductividad térmica real es más alto que el valor teórico de probetas comerciales, se estima que ensayando alternativas químicas para el tratamiento del material, que le otorguen una consistencia más porosa y aireada, el valor de conductividad bajaría sensiblemente.
Por eso, actualmente se están probando distintos aditivos para lograr aumentar la porosidad de la probeta celulósica y así bajar más su conductividad.
Además de la celulosa, los investigadores tienen proyectado probar con otros materiales, siempre en busca de reemplazar materiales convencionales como lana de vidrio, telgopor y otros productos agresivos para el ambiente y para la salud humana.
CERRAMIENTOS. En el caso de cerramientos de vanos (puertas y ventanas), los investigadores señalaron que existe poca disponibilidad y poca variedad de opciones adecuadas en el mercado regional, por lo que se debe recurrir a Buenos Aires y Córdoba para conseguir, por ejemplo cerramientos de doble vidriado, con ruptores de puente térmico y vidrios de baja emisividad.
Una variable de diseño muy sencilla y de muy bajo costo para mejorar el comportamiento térmico de las aberturas y superficies vidriadas al exterior, consiste en protegerlas de la excesiva radiación solar de la región, mediante el uso de aleros, postigos, celosías, o incluso solamente mediante el uso de vegetación que les arroje sombra.
Sin embargo, estas sencillas disposiciones de diseño, cada vez resultan menos frecuentes en las construcciones regionales y locales actuales.
Por ello, están analizando cuáles serían las opciones de cerramientos más aptas para el NEA, tanto en cuanto a costos como a reducción de las ganancias de calor por radiación en verano, para lograr bajar la demanda energética necesaria para refrigerar los edificios.
En el caso de muros, la mayoría de las construcciones del NEA, cercal del 70%, no cuenta con ningún tipo de sistema de aislación térmica específica. En los casos en que sí lo usan, lo más habitual es el sistema de aislación por el interior, aunque son más efectivos los sistemas de protección desde afuera.
En el proyecto de investigación en curso de la FAU-UNNE, se estudian alternativas (tanto materiales como de ejecución constructiva) de aplicación de la aislación térmica, tanto por el interior como por el exterior de los edificios. PROPUESTAS FACTIBLES. “Se busca que las alternativas y propuestas que puedan desarrollarse o encontrarse no sean de compleja implementación, pues el objetivo es contribuir a un aporte concreto -y factible con la mano de obra disponible- para aumentar la adecuación climática y así bajar la demanda energética de las edificaciones de nuestra región” remarcó Alías.
Reiteró que muchas veces, para materiales con propiedades que los hacen muy buenos para el uso como mejoradores de la resistencia térmica de las pieles de los edificios, como el derivado de la celulosa ya comentado, no se registran empresas, ni productoras ni distribuidoras, a nivel local ni regional.
Ello implica que la factibilidad económica y técnica de su aplicación en la zona se condiciona por factores de disponibilidad del material, de los equipamientos y la mano de obra especializada, demandando grandes inversiones de logística para su aplicación en el NEA y aumentando los costos de adquisición e instalación, por lo cual adquiere relevancia la búsqueda de métodos y materiales alternativos.
Alías señaló que la realidad muestra que lo que se construyó en la región NEA en las últimas décadas “muchas veces no se adaptó a las condiciones climáticas de la región”, y que incluso en algunos casos se acentuó el uso masivo de materiales que tendrían, tanto por sus implicancias ambientales como por sus elevados valores de transmisión térmica, un impacto negativo en cuanto al uso y manejo de la energía y del medio ambiente.
Se trata por ejemplo del aluminio en las carpinterías y celosías, los vidrios simples en superficies muy amplias en las paredes exteriores expuestas al sol, las chapas para techos de colores muy oscuros, entre otros).
Para la directora del proyecto, se requiere un mayor compromiso por parte de los profesionales de la región para incorporar la cuestión de la eficiencia energética en el diseño de las edificaciones, pero también por parte de los propietarios, que muchas veces exigen “modelos de catálogos” o construcciones con el menor costo inicial posible, sin considerar los costos de mantenimiento, es decir, lo que demandará el edificio para su funcionamiento durante toda su vida útil (40 ó más años).
Indicó que al buscar propuestas de recuperación energética de edificaciones existentes, se pretende también que los propietarios de las edificaciones reconozcan que la inversión económica inicial que les signifiquen las medidas de adecuación y eficiencia energética, “se verá recuperada en el mediano plazo”, a partir de los 5 años aproximadamente, a través de un menor monto en las facturas de electricidad que deban pagar.
Pero aclaró que “no es la cuestión económica la que debe primar”, sino la necesidad de generar ambientes con condiciones más adecuadas para el desarrollo de las actividades cotidianas, que mejoren la calidad de vida de las personas que los habiten, sin que ello implique un gasto excesivo de energía. Todo ello enmarcado en la búsqueda de alternativas a los problemas energéticos de la región.Miércoles, 11 de noviembre de 2015
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