Llamativas ausencias no opacaron homenaje del Grupo de Teatro Arlequines a los Veteranos de Guerra de Malvinas "Hace mucho tiempo que no actúo", dijo el director del Grupo de Teatro curuzucuateño Arlequines, quien volvió al escenario con un doble desafío, por un lado volver a actuar, ya que él generalmente dirige las obras que realizan los Arlequines, y por el otro, hacerlo con un unipersonal, encarnando y poniéndose en los zapatos de un veterano de guerra, que también es actor, director y productor entre otras tareas y oficios.
Rogelio Romero tuvo una magistral actuación en un unipersonal que duró más de una hora, mechado con videos documentales de Malvinas, en el que iba contando diversos episodios adaptados de una obra titulada Silencio Ficticio. Fiel a su estilo, el actor, ataviado con ropa de combate, introdujo al público presente en la Casa del Bicentenario en la piel y en la vida del veterano de guerra, que recordaba su paso por las islas, en una especie de ida y vuelta del presente al pasado y viceversa. Sin embargo, el actor aclaró después un detalle, la ropa que utilizó no era la de aquel entonces, que ya no se usa más.
La obra fue tan bien llevada por el actor, que en algunos momentos el espectador podía sentir las emociones del propio personaje, apelando a imágenes visuales, efectos de sonido, relatos de la guerra, y de lo que para muchos fue una segunda guerra, la desmalvinización.
El actor había contado en una entrevista que se le realizó en Radio Guarani que este era un homenaje que él venía masticando desde hace mucho tiempo, pero no había encontrado una obra con la que pueda hacerlo, hasta que encontró finalmente en Silencio Ficticio, un unipersonal escrito por Andrés Fernández Cabral, la veta para presentar la obra, que la concretó en la noche de este sábado con un respeto profundo y una carga emotiva muy especial, apelando a la participación del público presente.
La obra se centra en Guillermo Soto, un veterano de guerra que transita por las calles contando sus historias. Esto lo hace para sentirse útil, acompañado y sobre todo para tener alguien con quien hablar. Sus bolsillos están llenos de cosas, en su pecho lleva prendidas sus condecoraciones y de su cuello cuelga el rosario que llevó en la guerra.
Al terminar la obra, Rogelio Romero agradeció al público presente al igual que a los aplausos que cosechó merecidamente, extensivos a todo el equipo de Arlequines que lo respalda. El expectador se va del lugar con una sensación distinta con la que llegó, y eso hace la magia del teatro.
Llamativa ausencia de autoridades municipales
No obstante y más allá del empeño, el trabajo, el esfuerzo y el talento de Romero, Silencio Ficticio, es una obra que merece ser vista en una sala de teatro, y no sólo allí, sino también presentarla en otros ámbitos, como escuelas y colegios, porque pinta de cuerpo entero el interior atormentado del veterano de guerra, sus vivencias y sus historias.
Este unipersonal merecía una sala con sonidos y luces adecuadas en la que el espectador no tenga que hacer un esfuerzo para captar los detalles significativos y las expresiones del actor. Algunas escenas importantes no fueron vistas por la totalidad del público por la inconveniencia del lugar donde se montó.
Es una pena que a los Arlequines no los tengan en cuenta para actuar en el Teatro Cervantes, en obras como ésta, máxime si se tiene en cuenta la gran cantidad de expresiones culturales y artísticas que existen prolíficamente en nuestra ciudad. Cultura no sólo es música y pintura, también lo es la actuación.
Por otra parte fue evidente también la ausencia de autoridades municipales siendo que se cursaron las invitaciones oportunamente.
Domingo, 2 de abril de 2017
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