Cinco años sin Spinetta Este miércoles se cumple media década sin el Flaco, uno de los máximos y más talentosos referentes del rock argentino y en español. Honramos su memoria disfrutando de su música con una sonrisa. Este miércoles se cumplen cinco años del fallecimiento de Luis Alberto Spinetta, pionero del rock argentino y uno de los máximos y más talentosos referentes del rock argentino y en español en general.
“El Flaco” Spinetta fue un músico que, a partir de una carrera brillante, plagada de inspirados discos en donde combinó sutiles melodías y armonías con poéticas letras, influidas en muchos casos por filósofos, pensadores y poetas, y una postura intransigente ante los permanentes intentos del mercado por banalizar las expresiones artísticas, dejó un invaluable legado que sienta un precedente difícil de ignorar para sus colegas.
A lo largo de más de 40 años desde su aparición pública en 1969, tanto al frente de memorables e iniciáticas bandas como Almendra, Pescado Rabioso, Invisible o Spinetta Jade, como en su etapa solista, con 35 discos editados, Spinetta logró posicionarse como el máximo referente del rock argentino, junto a Charly García y Pappo.
La obra de este artista se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda musical incansable, con un alto valor estético como guía; y el alto nivel poético en sus letras, influenciadas por pensadores.
A pesar de que su carrera también se caracterizó por el escaso impacto comercial de sus discos y sus conciertos, acaso producto de su negativa a realizar concesiones creativas ante el mercado, su figura se convirtió en un referente para todos los músicos del país, más allá del género que cultiven.Incluso, su obra cuenta con grandes fans entre artistas internacionales, entre los que se destacan el brasileño Ed Motta; Jimmy Rip, ex guitarrista y productor de Mick Jagger; Carl Barat, uno de los líderes de The Libertines; y Gino Vanelli.
Nacido el 23 de enero de 1950 en el seno de una familia de clase media, en la porteña zona del Bajo Belgrano, el Flaco Spinetta, como siempre se lo mencionó de manera cariñosa, heredó de su padre Luis Santiago, un cantante de tangos amateur, el gusto por la música, el cual siempre fue incentivado por su entorno casero.
Luego de una participación en un concurso televisivo de voces infantiles, fascinado por los Beatles y con algunas clases básicas de guitarra en su haber, Spinetta comenzó a construir su mundo musical, en el que no estaban exentos el dibujo y la poesía, actividades que compartía con Emilio del Guercio, su amigo y compañero del rígido y católico Instituto San Román.
Junto a Del Guercio, el guitarrista Edelmiro Molinari y el baterista Rodolfo García, forma Almendra, banda pionera del rock argentino, que instauró todo un lenguaje en la cultura local a partir de su cruce de artistas como los Beatles, Astor Piazzolla, el jazz contemporáneo, Julio Cortázar y César Vallejo, entre otros.
Ya establecido como solista, Spinetta aborda en la segunda mitad de los ‘80 una música con la que intenta hacer equilibrio entre su reconocido estilo y los nuevos sonidos pop y electrónicos que imperaban en esa época. Enojado con la industria musical, Spinetta se llamó a silencio entre 1992 y 1994, cuando comenzó a diseñar Los Socios del Silencio, un power trío integrado por el bajista Marcelo Torres y el baterista Daniel Wirtz, con el que sin resignar sutilezas, desplegó un incendiario rock garagero, tal como puede comprobarse en Cheques, Nasty people, Jardín de gente y Bosnia y La luz te fue, entre otras. Desde 2001 en adelante, Spinetta lanzó un puñado de discos en los que abandonó la experimentación y reposó en el estilo propio forjado en los años anteriores, pero no cesó en sus intentos por alcanzar un nivel de preciosismo inusitado para el mundillo del rock. La gran síntesis de toda su obra llegó la noche del 4 de diciembre de 2009, en el Estadio de Vélez Sársfield, cuando con motivo de celebrar los 40 años de carrera, encabezó un concierto de más de cinco horas en donde reunió a gran parte de los músicos que lo habían acompañado en su recorrido musical.
Sentó las bases del rock en castellano
Con clásicos como Muchacha ojos de papel, Ana no duerme, Plegaria para un niño dormido, Fermín, Figuración y Laura va, el primer disco de Almendra, editado en 1969, creó todo un imaginario artístico que marcó para siempre la obra de Spinetta. Tras sentar las bases del rock en castellano, junto a Los Gatos, Manal y Vox Dei, Almendra se separó en 1970, e inmediatamente el Flaco comenzó a mostrar nuevas inquietudes artísticas que lo acercaban al rock más duro, el blues y la psicodelia. En este contexto forma Pescado Rabioso, con el baterista Black Amaya, el bajista Osvaldo Bocón Frascino (luego reemplazado por David Lebón), a los que se les sumaría más tarde el tecladista Carlos Cutaia; en donde despliega un rock visceral, aunque sin abandonar sus aspiraciones líricas. De esta etapa, destacan temas como Blues de Cris, Me gusta ese tajo y Despiértate nena.
A 18 minutos del Sol, su obra más cuestionada
Luego de la separación de Pescado Rabioso, Spinetta grabó Artaud, una obra cumbre en un formato predominantemente acústico, creada como “respuesta al dolor que provoca” leer la obra de este poeta “maldito”, según palabras del propio músico, en donde destacaban piezas clásicas como Todas las hojas son del viento, Cantata de puentes amarillos, Bajan y La sed verdadera. El siguiente proyecto fue el trío Invisible, junto al bajista Machi Rufino y el baterista Pomo Lorenzo, otro punto alto en su carrera que se extendió hasta 1976, con tres discos editados que fueron desde la experimentación con complejas composiciones en donde predominaban los cambios de ritmos, hasta la música ciudadana que reconocía en Piazzolla a su gran influencia. Canciones como Azafata del tren fantasma, Irregular, Durazno sangrando, Lo que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula al mundo, El Anillo del Capitán Beto y Los libros de la buena memoria, dan cuenta de ello. Fascinado por el jazz-rock de John McLaughlin, graba en plan solista A 18 minutos del sol, su obra más cuestionada, que le significó la ruptura con su público más tradicional, que no logró asimilar el cambio estilístico, más allá de la belleza de composiciones como Toda la vida tiene música hoy, Canción para los días de la vida y La eternidad imaginaria. Entre 1980 y 1984, lideró Spinetta Jade, un proyecto que fue rotando músicos pero hizo especial hincapié en los teclados, tal como lo demuestran canciones como Alma de diamante, La herida de París, Maribel se durmió y Camafeo.Miércoles, 8 de febrero de 2017
|