¿Somos adictos al celular? Una investigación revela que el 80 por ciento de las personas -descontando las horas de descanso- observará su aparato "apenas" 128 veces al día. Especialista destaca que "el sujeto del Siglo XXI es un ser tecnovivo".
En tiempos de hipercomunicación, todo aparato dotado de la última tecnología es apto para desarrollar mil tareas. Incluso hay quienes ironizan señalando que les gustaría tener un teléfono celular que tenga como función poder hablar... por teléfono. Ya que no hay casi límites para estos aparatitos que se tornaron casi imprescindibles y que, mal o bien, se han instalado en nuestra vida y nos han convencido que no podemos vivir sin ellos.
A tal punto esto es así que, según la investigación de un especialista, el 80 por ciento de las personas mira su celular al menos entre 8 y 9 veces por hora, con lo que se deduce que, descontando las horas de descanso, observará su aparato "apenas" 128 veces al día.
El celular surgió en sus primeras versiones en la década del 90. Se creó para comunicarnos, y ahora estamos hipercomunicados; lo usamos ya menos para hablar que para enviar y recibir mensajes de texto y de WhatsApp, para ubicarnos en día y hora, chequear desde los mails hasta el pronóstico, tomar fotos, grabar videos, escuchar música, tomar notas, GPS, agenda (de cosas para hacer y de teléfonos y direcciones), lo usamos para informarnos, para ver a nuestro equipo favorito y hasta en algunos casos se ha convertido en el tercero en discordia.
Según el doctor Carlos Pachuk, médico psicoanalista vincular, profesor universitario en la UCES, que trabajó durante cuatro años con un grupo de voluntarios en una terapia vía Skype, y escribió "Terapia de grupo virtual. Curarse por internet", "la informática y la biogenética ha logrado un cambio antropológico que produjo otro ser humano. El sujeto del Siglo XXI es un ser tecnovivo o biotecnológico, es decir los objetos son una prolongación de nuestro cuerpo, el celular una continuación de las manos, un aparato pseudoimplantado que nos conecta con el mundo al instante".
El doctor Pachuk destaca puntos que son importantes para tener en cuenta. El primero es el de los trastornos de ansiedad, en relación a los que, explica, "en las redes sociales hay una cultura de la inmediatez, ha mutado el sentido del tiempo que ahora se mide en minutos o en horas cuando antes era entre días y semanas".
El especialista, que destaca que esta incidencia es mucho mayor en la gente de 35 años hacia abajo, y también se puede percibir mucho más en las grandes ciudades, dice que "la falta de respuesta al toque produce inseguridad e ideas paranoides".
"¿Qué estará haciendo el otro? ¿Por qué no me contesta? ¿Me tendrá en cuenta? Se generan conflictos absurdos al perder de vista el contexto actual de las formas de comunicación que no son analizadas".
Una de las características que genera el uso del celular es la actitud obsesiva que se tiene en el contacto con el aparato, y eso lo puede comprobar cualquier humano que al subir a un transporte verifica al instante que más del 50 o 60 por ciento de los viajeros tiene fijos sus ojos en la pantalla, ya sea chequeando datos, enchufado al auricular y disfrutando de la música que prefiere o controlando las novedades en su mail o en su Facebook.
"Se calcula -señala Pachuk- que el 80% las personas observa su celular al menos 8/9 veces por hora (en hora pico) e incluso durante las horas de baja frecuencia (entre las 3 y las 5 de la mañana) se calcula que se chequea el celular entre 3 y 4 veces. Hay una tendencia paradojal de conectarse con lo lejano y rechazar lo próximo".
WhatsApp
También afirma que "ha cambiado la forma y el ritmo del encuentro entre las personas que no pasa por la palabra hablada sino por el mensaje de texto o WhatsApp, hemos retornado al lenguaje gráfico con un estilo acelerado".
El dominio que estos aparatos tienen sobre casi todos se expresa hasta en las modalidades laborales. Al punto que algunos contratos "incluyen o sugieren tener el celular abierto los fines de semana y en lo posible las 24 horas".
Se pregunta el especialista si se trata de un "tecnoesclavismo" y remarca que "hay una contradicción entre el uso del celular y el ocio o el tiempo libre que también sucede en los vínculos donde la soledad o la autonomía es tiene un signo negativo como desinterés por el otro".
Otro de los temas en los que la influencia del "pequeño demonio tecnológico" es creciente tiene que ver con las relaciones de pareja. En este sentido dice el doctor Pachuk que "a través de las redes sociales, en paralelo con las familias ampliadas y los cambios que produce la biogenética con la fertilidad asistida y sus múltiples vías para generar seres humanos, las relaciones amorosas son fugaces, polimorfas y multivariadas" y amplía que "con las páginas, algunas gratuitas y otras pagas todos hacen casting y es posible salir todos los días con una persona diferente".
De vacaciones
Al mismo tiempo, y especialmente cuando estamos de vacaciones, se ha creado una forma de "patología de las selfies y el Facebook", sobre lo cual Pachuk se pregunta ¿qué sentido tiene estar mostrando imágenes de la vida cotidiana como una especie de Gran Hermano? Hay un deseo en el ser humano, una desviación de un espíritu gregario, de ser conocido por el conjunto social, así, los chismes de los famosos conviven con el espectáculo de Facebook donde el lema es exhibir mi vida a los otros".
Todos conocemos también a amigos o allegados que se niegan a subirse a este carro de la obsesión por estar conectado sin pausas. Esto puede obedecer a dos causas: una, la renuncia a obsesionarse con este modo de vida, y la otra es puramente económica, porque sigue habiendo gente que por limitaciones económicas no puede acceder a esta tecnología.Domingo, 17 de julio de 2016
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